GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ Y LA LITERATURA EN LATINOAMÉRICA.
Después de entregarnos la primera parte de sus memorias, “Vivir para contarlo”, reaparece en la escena literaria intercontinental, con un nuevo divertimento, Gabriel García Márquez. Pensé que haría silencio, pero los genios nunca callan. Aún cuando parece que se han ido sus voces quedan impregnadas en el aire. Ellos saben que han contaminado la atmósfera y que son muchos los que esperan sus retornos, por eso vuelven, como disimulando, para decirnos que jamás se han ido.
A veces creemos que ya lo ha dicho todo y, que a su vez, ya se ha dicho todo sobre Gabriel García Márquez. Cada nuevo libro suyo es un descubrimiento, pues, el don que le fue dado, no tiene parangón y parece que tan poco para cuando acabar.
Su novela “Memoria de mis putas tristes” no aporta nada nuevo al género y en lo cualitativo, nada o casi nada a lo ya hecho por el Nóbel colombiano. Pero en lo cuantitativo, muchas páginas y miles de miles de dólares, harán las delicias de los editores.
Memoria de mis putas tristes, no es un betseller, los fanáticos y admiradores del autor lo han convertido en eso, dejando a un lado, miles y miles de excelentes obras que todos los días barruntan el mercado del libro.
Para mí y creo que para la gran mayoría de la gente, Cien años de Soledad, es una de las más grandes novelas de todos los tiempos. Luego vino “Crónica de una muerte anunciada”, una obra escrita a conciencia por alguien que conoce a fondo, todos los resquicios del género narrativo.
Sus obras anteriores a Cien años de soledad, “La hojarasca”, “El coronel no tiene quien le escriba” y otras, no tienen la menor importancia, si no fuera porque su autor, con “Cien años de soledad” reinventó la escritura.
En Latinoamérica, son muchos los que mantienen vivo y actuante este género. En pocos lugares del planeta se escribió y hoy se escribe tanto y con tanta calidad. Lo mismo ocurre con la poesía. El boom, o el mal llamado boom, no ha pasado aún. Cosa que no ocurre en Europa, donde el arte de escribir, sufre un estado de parálisis o de decadencia y esto ocurre, porque se ha perdido el espíritu crítico. Para la mayoría de los autores europeos, en Literatura todo vale, algo terriblemente triste para el género y los lectores que cada vez leen menos, porque no tienen un buen referente.
Sin embargo, cada día la Literatura Latinoamericana, aporta nuevas luces al género, al conocimiento y al entendimiento humano.
José Martí, Darío, Herrera Resig, Asunción Silva, Julián del Casal, y otros, iluminaron el universo poético del nuevo continente y entraron a Europa, para dejar sus huellas imborrables entre los lectores.
De las primera novela aparecida en Latinoamérica, “El periquillo sarniento” de Lizardi, hasta la irrupción de “Doña Bárbara” del venezolano, Rómulo Gallego o “El señor presidente”, de Miguel Ángel Asturias, el género narrativo fue como sazonándose, para luego ubicarse, por derecho propio, a la altura en la que hoy se encuentra.
Lo “real maravilloso” de García Márquez, y el “Realismo mágico” del cubano Alejo Carpentier, van acompañados, de un poderoso conjunto de obras y de autores, de la valía de Ernesto Sábato, José María Arguedas, Carlos Fuentes, Augusto Roa Basto, José Lezama Lima, Otero Silva, Mario Vargas Llosa, Adolfo Bioy Casares, Julio Cortázar, entre otros y, quizás, el más grandes de todos ellos; el que, con una sola novela revolucionó el género y forjó un estilo, el mexicano, Juan Rulfo y otro que, aunque no escribió novela, ha pasado a la historia como el gran maestro de la narrativa contemporánea, el argentino Jorge Luis Borges.
Bastan estos ejemplos para dignificar a un género, que en estos tiempos ha sabido perfilar más de un estilo y, además, sirve también para mostrarnos, que la Literatura y, sobre todo, la novela en Latinoamérica, sigue viva e incontaminada, acompañada por la brisa de los trópicos y la impronta vegetal del continente.
Ogsmande Lescayllers.
Después de entregarnos la primera parte de sus memorias, “Vivir para contarlo”, reaparece en la escena literaria intercontinental, con un nuevo divertimento, Gabriel García Márquez. Pensé que haría silencio, pero los genios nunca callan. Aún cuando parece que se han ido sus voces quedan impregnadas en el aire. Ellos saben que han contaminado la atmósfera y que son muchos los que esperan sus retornos, por eso vuelven, como disimulando, para decirnos que jamás se han ido.
A veces creemos que ya lo ha dicho todo y, que a su vez, ya se ha dicho todo sobre Gabriel García Márquez. Cada nuevo libro suyo es un descubrimiento, pues, el don que le fue dado, no tiene parangón y parece que tan poco para cuando acabar.
Su novela “Memoria de mis putas tristes” no aporta nada nuevo al género y en lo cualitativo, nada o casi nada a lo ya hecho por el Nóbel colombiano. Pero en lo cuantitativo, muchas páginas y miles de miles de dólares, harán las delicias de los editores.
Memoria de mis putas tristes, no es un betseller, los fanáticos y admiradores del autor lo han convertido en eso, dejando a un lado, miles y miles de excelentes obras que todos los días barruntan el mercado del libro.
Para mí y creo que para la gran mayoría de la gente, Cien años de Soledad, es una de las más grandes novelas de todos los tiempos. Luego vino “Crónica de una muerte anunciada”, una obra escrita a conciencia por alguien que conoce a fondo, todos los resquicios del género narrativo.
Sus obras anteriores a Cien años de soledad, “La hojarasca”, “El coronel no tiene quien le escriba” y otras, no tienen la menor importancia, si no fuera porque su autor, con “Cien años de soledad” reinventó la escritura.
En Latinoamérica, son muchos los que mantienen vivo y actuante este género. En pocos lugares del planeta se escribió y hoy se escribe tanto y con tanta calidad. Lo mismo ocurre con la poesía. El boom, o el mal llamado boom, no ha pasado aún. Cosa que no ocurre en Europa, donde el arte de escribir, sufre un estado de parálisis o de decadencia y esto ocurre, porque se ha perdido el espíritu crítico. Para la mayoría de los autores europeos, en Literatura todo vale, algo terriblemente triste para el género y los lectores que cada vez leen menos, porque no tienen un buen referente.
Sin embargo, cada día la Literatura Latinoamericana, aporta nuevas luces al género, al conocimiento y al entendimiento humano.
José Martí, Darío, Herrera Resig, Asunción Silva, Julián del Casal, y otros, iluminaron el universo poético del nuevo continente y entraron a Europa, para dejar sus huellas imborrables entre los lectores.
De las primera novela aparecida en Latinoamérica, “El periquillo sarniento” de Lizardi, hasta la irrupción de “Doña Bárbara” del venezolano, Rómulo Gallego o “El señor presidente”, de Miguel Ángel Asturias, el género narrativo fue como sazonándose, para luego ubicarse, por derecho propio, a la altura en la que hoy se encuentra.
Lo “real maravilloso” de García Márquez, y el “Realismo mágico” del cubano Alejo Carpentier, van acompañados, de un poderoso conjunto de obras y de autores, de la valía de Ernesto Sábato, José María Arguedas, Carlos Fuentes, Augusto Roa Basto, José Lezama Lima, Otero Silva, Mario Vargas Llosa, Adolfo Bioy Casares, Julio Cortázar, entre otros y, quizás, el más grandes de todos ellos; el que, con una sola novela revolucionó el género y forjó un estilo, el mexicano, Juan Rulfo y otro que, aunque no escribió novela, ha pasado a la historia como el gran maestro de la narrativa contemporánea, el argentino Jorge Luis Borges.
Bastan estos ejemplos para dignificar a un género, que en estos tiempos ha sabido perfilar más de un estilo y, además, sirve también para mostrarnos, que la Literatura y, sobre todo, la novela en Latinoamérica, sigue viva e incontaminada, acompañada por la brisa de los trópicos y la impronta vegetal del continente.
Ogsmande Lescayllers.
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