sábado, 21 de febrero de 2009

LAS FOTOS Y EL POEMA "MOSCÚ", SON PROPIEDAD DEL AUTOR, OGSMANDE LESCAYLLERS.


















MOSCÚ.
A Irina.
Todavía no eran mías las noches blancas.
En la plaza del Kremlin o sobre el río Moscú
Caminaba la luna tachonada de nubes amarillas.
Todo el bullicio estaba allá en la calle Arbat,
O sobre el Ermitage,
Por donde soplaban las ventiscas;
O en las interminables filas del Bolshoi.

Yo iba buscando a Pushkin,
Para leerles mis últimos poemas.
Pero de pronto me encontré a Maiakovsky,
Erguido como un sueño no soñado,
En las casacas de la Guardia Roja.

Moscú era el invierno
Que intentaba hacerse primavera.
Moscú era la mano de Gagarin indicando la luna,
O a las cornejas que anidan
En los abedules de la plaza.
Moscú éramos todos los allí congregados
A las seis de la tarde a la entrada del metro.

A veces, cuando el aire helado de la noche
Entra por mi ventana,
Mis plantas, yo y mi perro,
Nos hacemos un trozo de Moscú
Con la luna en la cúspide de un sueño,
En esas noches blancas
Llenas de interrogantes,
Cuando me animo como Gorki
A recordar mi madre;
Entonces Pasternak habla conmigo
Y Evtuchenko no para de reír,
Porque sabe que un verso,
En estas noches blancas de Moscú,
Puede tener mil soles de nostalgias.
Ogsmande Lescayllers.





miércoles, 18 de febrero de 2009

TODOS LOS TEXTOS FORMAN PARTE DEL LIBRO. "EN EL HUERTO DE GETSEMANÍ", DE OGSMANDE LESCAYLLERS.




EL VERBO SE HIZO CARNE.


El Verbo se hizo carne y yo eran entonces,
Una espiga en el sueño de mis padres.
Una espiguita azul, que no sabía,
En qué rincón del mundo aposentarse.

Pero una madrugada, los obreros;
Del trigo, el metal y la palabra,
Con el barro del río y con el agua,
Hicieron mi figura inanimada.

Luego viniste Tú. Soplaste en ella
Y me dejaste en medio de la plaza.
Alguien que pasó dijo: ahí hay un hombre.

Desde entonces soy esto, Señor mío.
¿Qué culpa tengo yo, de ser ahora,
Uno más, en el mar de la existencia?


ANTONOMASIA.

Me culpo de ser palabra.
Me culpo de ser silencio.
Me culpo de todo aquello,
Que amordaza mis deseos.

Me alargo y me quedo corto.
Me acorto y me quedo largo.
Me amargo y me vuelvo dulce.
Me endulzo y me vuelvo amargo.

Me columpio y me detienen.
Me detengo y me columpian:
Soy un objeto del tiempo.

Soy silencio y me hago bulla
Y cuando me vuelvo bulla;
Entonces es cuando me callo.


CANDOR DEL VERBO.

La diosa luz, me inunda con sus soles,
Me pone pedernal en las comidas;
Me calienta los sueños con sus mañas,
Pondera mis calambres y mis ansias.

Tengo una línea cóncava en el dedo;
Un pedigrí, rondándome en el pecho,
Un río de mayúsculas, arbotantes,
Se escapa diariamente de mi lengua.

Barruntan los arrieros la mañana,
Con gritos y voces plañideras.
El todo nace ahí; donde la nada,

Construye el paladar de los pronósticos.
El escriba sentado no me importa.
¿Adónde llega un hombre, si se sienta?



CASIDA PARA ELLA.

Podo el viento y me quedo con su siembra.
Con esta miel fabrico la colmena.
Me desnudo en tu alcoba, te desnudas;
La danza del océano es la marea.

Vuelvo donde quedamos. Te acaricio.
Hago hilos de aromas y cordeles.
Duplico los deseos sobre las hojas,
Y me quedo con ellas bajo el agua.

Busco la perfección en lo imperfecto.
Rompo todas las piedras del camino;
Escarbo en los sonidos y en las sombras.

Reinvento al hombre, con huesos de la tierra.
Recorto aquí y allá. Me quedo y vuelvo;
Como un ajiaco, en la sartén del viento.



EL ALBUM DE MIS SUEÑOS.

Converso con el hombre que siempre va conmigo.
Antonio Machado.


Nadie mejor que Tú, conoces, Padre,
A quien se ha de juzgar sobre la tierra.
Yo no vine a juzgar, sino a servirte,
Con mis manos, mi sueño, mis ideas.

Me diste la palabra, la existencia,
Un collado de luz y una ventana.
Me diste amor y paz, para que hiciera
Tu voluntad, sin desafiar a nadie.

Yo no juzgo, Señor, Tú bien lo sabes.
También sabes que suelo equivocarme;
Pues, soy tu semejante. Así me hiciste.

Soy conforme a escuchar y a que me escuches.
Y mis sueños reposan en los tuyos,
Hasta el día final, de la partida.



FABULARIO

Le dieron de comer piedras con ajos.
Le clavaron un hueso en el bienio,
Luego fotografiaron su esqueleto
Con el ojo de un perro callejero.
Estuvo a punto de enloquecer por eso.

Y se tomó un purgante de tomillos
Con agua de limón y hierbabuena.
Se fue del barrio, hasta que se hizo hombre
Y se compró un caballo y una terna.
Se hizo procurador, sin procurarlo.

Se adueñó de todas las mujeres,
Del gobierno y la banca de aquel pueblo.
Se apoderó de todos los poderes:
Vivió para contarlo, sin problemas.

GEMELOS, ENTRE CARTONES.


Solían dormir ahí, entre cartones,
Abovedados como los terremotos.
Alrededor, los gatos y los perros,
Vivían como curieles y despojos.

Se atornillaban en medio de las plazas,
Como el maderamen de los barcos.
Solían desnudarse los domingos,
Para cantarles al viento sus canciones.

Gemían, como gimen el dromedario,
Con un desgano casi apocalíptico.
Y le comían el corazón al tiempo.

Desnudos, como Dios, volvían de noche,
Con los remiendos que le ofrecían las horas.
Allí morían, ausentes de la ausencia.


MITOLOGÍA.


Mitología. Todo es mitología.
Incluso el escenario, la escalera,
El cierre de la puerta, la madera,
La religión y la filosofía.

La guerra es la matriz del que extravía,
El verbo, la raíz y los papeles,
Y la sabiduría, los anaqueles;
Dios y los elementos: la poesía.

Mitología, mimético misterio
Del plantar, el nacimiento humano.
Todo está escrito. Lo llevas en la mano.

Nada está muerto, donde los cementerios.
Mitología también, son los arcanos,
Aunque te miren levemente serios.



MONSERGAS.

Me descombro solícito de viento,
En la cuádruple hacienda del concierto.
Me hago tela de lana en las agujas,
Y entre las telarañas costaneras.

Embrido el brezo, breve, lloviznado,
Cual embriago de polen y cartones,
Retardo el ondular de las palabras;
En el plinton del cónyuge y el grial.

Me atempero en el agua. Me atempero,
Con acordes, bordones y cordeles.
En la quilla de una estación despierto.

Despierto con el óleo de tu nombre,
Cadavérico, efímero, gigante;
Como una lombriz del pleistoceno.


CREDO.

Yo Te reconocí una mañana,
En un lejano sueño de mi infancia,
Cuando nadie sabía que yo era un sueño
Y Tú me conducías en la alborada.

Si al despertar Te hallé, junto conmigo,
En el camino por donde van los hombres;
No fue casualidad, que nuestro aliento,
Se uniera con el tiempo en un abrazo.

Vinieron días profundos, dolorosos,
Pero allí estabas Tú, con mis dos manos,
Alimentando la fe que me inculcaste.

Desde la tierra, y en pos de la madera;
Me diste el agua, el canto y las espigas,
La luz, la inspiración, y la Palabra.



SONETO.


Pienso la vida y, al pensar la vida,
También la muerte va pensada en ella.
Lo mismo ocurre si miras hacia el cielo,
Donde están recostadas las estrellas.

Si busco luz, y encuentro una centella,
Donde la luz, a veces refundida,
Te sirve de quietud para el develo,
Que nos deja por dentro cierta huella.

Lo supe ayer, antes de la partida.
Y eso ha calmado todos mis anhelos.
La vida, desde luego, siempre es bella.

Sobre todo, cuando en la noche sellas,
Un arco sideral a tu medida,
Que has hecho con amor, ternura y celo.


SONETO


Alta escalera de tramos cadenciosos,
Yo me dispongo a subirla sin desvelo.
Y al final continuar mi viaje airoso,
Hasta alcanzar la cúspide del cielo.

Si alguien quiere seguirme en la contienda,
Le ruego calma, amor, fuerza, paciencia:
Y, sobre todo, usar la inteligencia,
Para enfrentar las cosas que no entienda,

Me río de los airados, pretenciosos,
Que dicen descubrir un ritmo al vuelo,
De las palabras, en un poema oleoso.

Pero, ¿qué es un poema?, sino el vuelo
De un sueño y un deseo pecaminoso,
Que es parte de tus ansias y tus anhelos.

EL BHAGAVAD-GITÁ.


Monos y hombres unidos,
En una misma expresión.
En un mundo compartido
Donde monos y hombres son

Un referente perdido
Entre una y otra estación.
Porque el ser y la razón
Hoy caminan divididos.

El ayer es el olvido.
Referencias, referidas,
Espejo donde la vida

Excava los tiempos idos.
Aquellos tiempos perdidos
Que la memoria no olvida.



EL I CHING.


Entre números y arpegios.
Adivina, adivinanza,
Si la palabra en su andanza
Forma un catálogo egregio.

Imaginar es tan bello
Que la belleza se espanta,
Cuando la imagen no implanta
El sentido de un destello

El río del entendimiento:
Aguas oscuras y claras.
Número que se equipara

A los collares del viento.
Todo es el firmamento,
Donde Todo es todo y Nada.

EL TALMUD.


El fuego era la idea.
La zarza era el sujeto.
El bastón el amuleto.
El sendero, la pelea.

La Ley era el centinela
De la verdad confirmada.
Israel, la desposada.
La Tierra la sementera.

Fue el Éxodo la primera,
Forma de agrandar el mundo.
Hecho segundo a segundo

A la sombra de una higuera.
Nadie entendió lo que era,
Lo primero o lo segundo.



LA BIBLIA.


Dios, que hizo el pensamiento
Hizo también la escritura,
Senda, fragua y envoltura,
Diosa y madre del talento.

Narró todos los eventos:
La luz, amor que fulgura.
Venturas y desventuras;
Vidas y muertes. Contentos.

Nos presentó el firmamento
Como una fruta madura,
La esperanza, la ternura.

Las sagas del mar y el viento.
La claridad, y la oscura,
Imagen del sufrimiento.

EL CORAN.


Dios no refrendó la idea
De lo que antes había dicho.
Él no actuaba por capricho;
Buscaba paz en la tierra.

Si dijo Alá, allí donde,
Otros decir Dios quisieron,
Lo segundo o lo primero
No debe enfadar al hombre.

Que de nada sirve un nombre,
Si el hombre no es lo primero.
Lo cierto, lo verdadero,

Sólo lo sabe el Supremo,
Pero apenas comprendemos,
Que el amor es lo primero.



LA ESPIGA.


La espiga,
Cuando brota, tiene sus días contados;
Por eso es tan difícil ser espiga.


LOS GOZOS SUCESIVOS.


Saber que estás dormido, sin embargo,
Piensan que estás profundamente muerto.
Pero una vez y sales del letargo,
Descubren que de nuevo estás despierto.

Hay quienes juzgan, lo cierto por incierto,
Y te hacen beber ese mal trago;
Porque hay dormidos, que creen estar despiertos.
Y hay despiertos que duermen. Sin embargo,

Qué más da, saberte vivo o muerto,
Si el mundo es, como un inmenso lago,
Donde vas de concierto en desconcierto,

Como si fueras el bastón de un mago.
Pero es mejor, tener el ojo abierto,
Para ver lo que me hacen y lo que hago.

Ogsmande Lescayllers.



martes, 17 de febrero de 2009

Texto y cuadro original de Ogsmande Lescayllers.

Es un cuadro original de Ogsmande Lescayllers.
MACKANDAL, EL SIN LEY NI GOBIERNO.

Ti Noel había sido instruido
Por el profundo saber de Mackandal.
Alejo Carpentier.



Mackandal; brumas del viento,
Insobornable brisa.
Tejes, destejes las curvas del camino.
Hace sudar las yerbas que habitan el pantano.
Nadie te ve venir, cuando es de noche:
Roncas, gimes, afinas tus violines,
Y llenas las cacimbas, los arroyos, los charcos,
Con tus huevas blancas y amarillas.

Te marcas, te desmarcas.
Aquí y allá, das un aguijonazo,
Y el trópico se rasca, se revuelve;
Sabedor que eres un fugitivo dentro de él.
Y saltas, como un sapo,
Entre los cocoteros y los plátanos.

Mackandal, Mackandal, las islas son azules.
Están desnudas sobre las Antillas.
Están perladas, estas islas de vientos y de sal,
De arenas y olas rubias; irradiando colores,
Para curtir la piel de los guerreros negros.

Y tanta mar, y tanto sol,
Ignorados del mundo y tú de ellos.
Y la tierra girando, haciendo silogismos,
Zumbando el agua en los acantilados.
El agua inversa desde lo más profundo,
Enyuntando la tierra con el cielo;
La vieja mar, con las inexistencias,
Los peces voladores, las caguamas,
Pájaros y luciérnagas que iluminan la noche,
Sobre los curugeyes de la selva;
Noche de perros;
Sensemayá, aullando como un gato montés.

La culebra se enrosca
En la cintura ardiente de la negra
Y todas las corrientes del Caribe,
Comienzan a rotar,
Marcándoles los rumbos,
Como la oruga a un sexo milenario;
Hecho de espumas y olas, de caimito, mamey,
Tamarindo y Guanábanas,
Hasta que otra corriente le sucede,
Se entroniza en el viento
Y empiezan a moverse las yagrumas.

Aquí, bajo las sombras,
Gobiernan los lagartos.
Las estaciones son un avispero.
En el hondón del monte,
Se oyen las maracas;
Los tambores con humo, si hay avisos.
Y hasta se ve, de vez en vez pasar el güije,
Tan cimarrón e incierto,
Como el silencio y las mareas.
Tan de dios, como el aire y los secretos.

Estas islas,
Nada tienen que ver con las Hespérides.
Pero aquí ya cantaba el Manatí,
Cuando gimió la vida
Sobre la quilla de los acantilados.
Aquí nació el amor, y el sentimiento,
Puso en orden la voz de los jejenes,
Y el sol se desnudó,
Para que todos vieran su figura.
Y también se hizo el fuego,
Sobre las tierras altas,
En la gran asamblea de los volcanes.

¿Por qué sigues oculto, Mackandal?
¿Puedo saber, cuáles son tus temores?
Sospecho, que te ocultas de los hombres:
Y de los huracanes del Caribe,
De los negreros esclavistas,
Que asolaron a África;
De donde te arrancaron,
A fuego y látigo, y te echaron al mar,
Con los pies atados con grilletes.
O del puñal arriero, de aquellos mutilados,
Que murieron contigo y nunca más volvieron.

Y te mezclaste; luego te mezclaron.
Uniste tu voz con la de ellos,
Para hacer menos triste el cautiverio
Y cantabas en Creol, que es una lengua rara,
En estos tiempos,
De insensibles fonemas y morfemas.
Sé que jamás volviste al puerto.
Que estás en la cañada,
Acurrucado en las guajacas esperando la lluvia;
La lluvia familiar que apenas llega.

Kankán Muza, irá contigo allí donde tú estés;
Se apalencó una tarde
Y ahora está detrás del barracón,
Cepillando lentamente la madera.

Eres el diablo,
Que escupes azufre por los ojos.
Alcohol, palo y machetes,
Cuatro caminos,
Y,
Sobre ellos, una cruz de ceniza.
Después se hace el bembé,
Para que la negra se saque los sudores
Y el chivo baje al monte,
Donde le espera el muerto,
Con tres jícaras grandes
Para tomar la sangre.
Y al otro lado,
Metido en el hueco de una Ceiba,
Hay un majá enroscado,
Debajo de una yagua.

¡Palo monte, le dijo, palo monte!
Y el negro comenzó a chupar candela,
A beber aguardiente, a comer fuego;
Hasta quedar rendido,
Echando vapores por los poros,
Hincado, de rodillas, ante la prenda.

Mackandal, hoy es tu día, Mackandal.
Parece que habrá lluvia;
El río Jordán está sonando arriba.
Aquí, se siente la crecida.
Sobre el cañaveral,
Vienen soplando fuertes los tornados.
El Paso de los Vientos, lanza enormes olas.
El gallo colorado tiene la cresta roja.
El buey patea la tierra
Y embiste, con los cuernos,
Todo lo que se encuentra en el camino.

Vienen del sur los gavilanes.
La lechuza, lleva en el pico una gallina negra.
Los gavilanes y las lechuzas van al sur.

Mackandal, yo sé que estás ahí:
Hoy se reunieron todos los cagüeiros.
Pronto serán, las doce de noche.
Hay que ir a descansar. Todo el Caribe duerme;
Ogún, le ha echado encima el mosquitero.


Ogsmande Lescayllers.













domingo, 15 de febrero de 2009

ANALISIS CRÍTICO DEL DR. RAFAEL DEL MORAL A LA NOVELA "EL OTRO LADO DE LA NADA" DE OGSMANDE LESCAYLLERS.

Rafael del Moral y Ogsmande Lescayllers, en una calle de Moscú, abril, 2007.
EL OTRO LADO DE LA NADA DE OGMANDE LESCAYLLERS.
Por Fafael del Moral.

“El tiempo era circular, -dice el narrador de El otro lado de la nada- como la vida, por eso no hubo modo humano de saber de qué dirección nos llegaba aquel frescor que tanto placer nos ofrecía".

Y añade unas páginas después:
"Tendrían que pasar muchos millones de años para que el hombre, el ser más importante de la Creación, según Las Escrituras, se diera cuenta que el todo y la nada son una misma cosa y que a su vez, son algo muy distinto, como lo lleno y lo vacío, el río y el agua, y que ambas cosas no pueden existir la una sin la otra, cuya dimensión no es posible medir, ni equiparar, porque aunque están regidas por una misma ley, son sostenidas por leyes distintas".
El todo y la nada, lo lleno y lo vacío, una misma ley y leyes distintas... eso fue exactamente lo que recogía el ambiente del día en que conocí a Ogsmande Lescayllers una tarde de primavera mientras recitaba uno de sus densos poemas. Antes de oír el todo y la nada de aquellas palabras, ni siquiera me había fijado en su elegante porte, ni en su tez cobriza, ni en su origen franco-sirio, ni tampoco en el suave fluir de su conversación. Aunque parezca exagerado decirlo, en aquel momento, perdido y extrañado en aquel laberíntico torrente de palabras, a veces terrestres, a veces celestes, alteré en algo la manera de observar el mundo y las cosas.
Luego supe, porque el azar así lo quiso, que había nacido en la histórica ciudad de Bayamo, Cuba, que ha viajado por medio mundo, que a su creación poética añadía la de editor, narrador, periodista y crítico de arte, que es doctor en Derecho Penal y licenciado en Literatura Hispanoamericana y en historia del arte, que durante diez años ejerció como profesor titular en la Universidad de La Habana y mil cosas más...
Participaba el poeta, sigo recordando aquel día que lo conocí, en la tertulia del Café Oriente, y recitó de memoria un largo texto cargado de significados. Pronto descubrí al novelista, más tarde al ensayista y por fin, en largas conversaciones al erudito; al hombre capaz de citar, de recordar, de introducir anécdotas, al hombre infinito e insospechado, qué saca de un baúl sin fondo cientos de impresiones, ajustadas, unas veces, y desalmadas o encajadas otras, en busca del conocimiento del mundo.
Pero ahí no acababa todo: autor de documentales, prologuista, biógrafo, autor de catálogos de arte, ha sido galardonado con diversos premios de poesía. Además de sus múltiples artículos, publicados en revistas internacionales, ha participado junto al Rey Juan Carlos y un grupo de Académicos de la Lengua, en la elaboración de siete programas de radio, sobre la vida y obra de Cervantes, como homenaje al “400 Aniversario” de la edición de la primera parte del Quijote. También es autor de un Radio documental, El Canto de los titanes, escrito por él y comentado por el escritor Mario Vargas Llosa.
Su amplísima obra, poética, ensayística, filosófica y narrativa, que se extiende desde su infancia hasta hoy mismo, es un fresco de su vida, de su peregrinar, de su visión del mundo... Ha publicado los poemarios: Decir la palabra, La fábula y el resplandor del ojo, Prontuario de la inocencia, Conversación con Karla, Poemas para la cara de una muchacha, Los poemas de las sombras y El Shofar del viento. Entre sus ensayos, La estructura del deseo y La teoría subliminal en las Culturas Mesoamericanas Y entre sus novelas: En las termas del Ángel y El otro lado de la nada, entre otros. Cuando supe, también de soslayo, que en tanta actividad se ocultaba un hombre joven le pregunté algo indignado: ¿es imposible que en tan pocos años sucedan tantas cosas...? y el sólo pudo esbozar como respuesta una suave sonrisa... Aquello no era todo: diplomático, conferenciante, periodista… ha participado también en numerosas misiones, ha impartido variadas conferencias, una de ellas mañana mismo en este mismo foro, y ha escrito cientos de artículos y crónicas...
Así que cuando leí algunas frases de El otro lado de la nada, entendí que el Dr. Lescayllers esconde, a modo de piedra filosofal, el misterio de la vida, y nos lo ha desvelado en su novela. Cito literalmente:

“Cristian Lomba sabía que el pensamiento no envejece, y que las ideas están encadenadas sin orden ni concierto. Que la vida está en lo visible y en lo invisible, pero que nadie la puede sostener, inflar, ni programar, como si se tratase de un reloj. Y que hay un día que es, y los demás nos sobran, o quedan ahí, plantados, como la semilla que después se hizo árbol, y al nacer en torno a él todo se hizo relativo, hasta que se perdieron las cuentas, o hasta que la memoria dejó de serlo, porque a todos nos llega, de una forma u otra, el inevitable instante de la partida.”

La realidad no existe, ni la ficción tampoco, viene a decir el autor. Por eso el todo y la nada pueden confluir.

Observemos la descripción física más disparatada e imposible jamás contemplada:

“Tiene unos bellos ojos verdes y una larga cabellera que a ratos es rubia, otros gris, a veces castaña y, en algunos momentos, negra como el azabache. Es menuda, pero bien formada y con una energía a prueba de caprichos”.

Rubia y azabache, camaleónica, menuda pero bien formada, enérgica y caprichosa.. Y todo parece pensarlo el narrador porque:

“Dudar es la gran tarea del hombre. Si no dudas y confías, se detiene el proceso de la creación, de la búsqueda y de la investigación”.

Y por investigar, por descubrir, Lescayllers pone en duda toda la creación, y probablemente esté en lo cierto, pienso yo, después de bucear por las páginas, porque, y cito de nuevo:

“La nada, también existe, y es la base del todo, en la misma medida que el todo es la base de la Rada, por consiguiente, ambas cosas conforman la unidad, única e indivisible del Universo”.

Y el perplejo y confundido lector descubre más tarde:
“...el camino más largo, no es aquel que hacemos, sino el que dejamos de hacer; quizás por eso pocos se aventuran a realizarlo”

Así que tampoco hacemos camino.., somos pura inconsciencia... Pero atención, sus personajes Cristian Lomba y Corsinios Matos tienen Según nos los presenta el narrador, una difuminada capa de irreales pero no renuncian a la voluntad que inspira al quehacer cotidiano de los hombres:

“...todos perseguimos la victoria, pero pobre de aquel que nunca han fracasado, porque, como la suerte no va siempre pareja por la vida, si no conoces los vaivenes y las dificultada cuando la adversidad te cae encima, el mundo se te acaba y entras en el reino de la desesperación y los desánimos, hasta quedar rendido...”

Menos mal que el narrador nos reconforta con un detalle humano, eso sí, un detalle que nos justifica como hombres, pero que unas páginas después queda desbaratado de nuevo.

No, no estamos rendidos de cansancio, no sentimos el mal porque somos puro sueño:

“El acto de llegar es muy complejo, una vez que llegamos o que cumplimentamos un deseo, inmediatamente, ya estamos sobre otro y eso es bueno, estar siempre saliendo, buscando el sitio donde acodar los sueños. Sueño digo, porque la vida es un constante soñar”.

Que pasa… qué es la vida... ¿somos solo un puro soñar? No venimos de ninguna parte, ni vamos hacia parte alguna… Fíjate, querido narrador: cuando estaba leyendo aquellas páginas cercano va el atardecer de un horizonte junto al mar, dejé, incapaz de impedirlo, que me invadiera una profunda desazón: no soy nada, ni nadie… Aquella noche tuve más hambre que nunca… me dije reconfortado: “ceno, luego existo”.

Naturalmente mi narrador amigo vino a darme las claves, ya avanzada la noche y las páginas. Y yo, a mi manera, he resumido los secretos en cinco citas literales:

Primero:
“...no todos tenemos la dicha de alcanzar la iluminación, porque no todos tenemos el coraje de desprendernos del pesado fardo de los apegos...”

Segundo:
“La mente, el pensamiento, es el secreto para la transformación. Si aprendiéramos a utilizar la mente con prudencia y no esclavizáramos el pensamiento el hombre sería otra cosa”.

Tercero:
Pero el hombre, desde el Jardín del Edén estás apurado siempre. Constantemente se está poniendo metas, y olvida que sus metas no significan nada porque las cosas importantes de este mundo escapan a su voluntad”.

Cuarto:
“Lo que el hombre ha logrado lo ha ido copiando aquí y allá, pero su perdurabilidad es efímera, como sus propios actos”.

Quinto:
“El miedo y el deseo son los peores enemigos de la inteligencia”.

Aquella tarde en que leí “El otro lado de la nada” recordé, página a página, porque ya lo había vivido, al hombre que Lescayllers lleva dentro: al apasionado por la vida y sus razones, por la atomización y al mismo tiempo, la universalización de los tiempos y los espacios, por la inteligencia y la vulgaridad, por el amor y el odio, por la existencia y la negación, por ese mundo de los sentidos y de la física, de la amistad y la enemistad.

Por las páginas de su novela vemos pasar situaciones cada vez más sorprendentes y soñadoras que seducen a la vez que entusiasman: palabras densas y suaves que paso a paso organizan un cálido universo de sensaciones y agonizan en el bien y el mal del todo y el caos.


Una novela anclada, por su forma, a la tradición de obras tan primitivas como “Los Denuestos del agua y el vino”, tan clásicas como “El diálogo de la lengua de Valdés”, o tan actuales como “Belarmino y Apolonio” de Ramón Pérez de Ayala.

Emparentada por su contenido con el clásico de Baltasar Gracián, “El Criticón”, y también con “Cándide de Voltaire”, en ese ambiente de novela intelectual. Y anudada, por lo que tiene de testimonio y de legado personal y de brevedad y condensación de ideas, con “San Manuel Buen Mártir” de Unamuno. El relato fluye por su delicadeza en la línea que Carmen Martín Gaitán inauguró en sus monólogos alternantes, en sus conversaciones solitarias de Retahílas.

Deseo que sean muchos los lectores que disfruten como yo con estas páginas con las ideas de esta pequeña gran novela del escritor Lescayllers. Novela del silencio, novela del viento, novela de la soledad, novela de la tarde, novela bañada por los océanos, novela de la nada.

“…cuando el silencio es cómplice, - vuelvo a citar- deja escuchar sus ecos para que el hombre sepa que no está solo ante el misterio”.

Menos mal, amigo narrador, menos mal que no estamos solos… Pero una vez más vuelves a descubrir la vida anegada y ya no queda novela para recuperar la vida porque:

“Ni la copa de un árbol, ni el filo de una piedra, ni una montaña donde sentarse, sólo había agua entre el cielo y la tierra, era como si algún océano celeste se hubiera desbordado en forma de lluvia”.

La noche que seguía a la tarde en que leí “El otro lado de la nada”, cené una confortante sopa de mariscos y una tortilla de espinacas, pero ya no puedo recordar si aquello fue cierto o no…

Enhorabuena por esta brillante obra y deseo que sean muchos los lectores que se deleiten, sin obsesión, con sus lúcidas páginas.



RAFAEL DEL MORAL.
Escritor y poeta español. Doctor en Filología y profesor de literatura, destacado lexicólogo y autor de numerosas obras didácticas (Enciclopedia Planeta de la novela española, Diccionario Espasa de Lenguas del Mundo, Manual del español coloquial, Diccionario temático del español, Atlas Léxico de la Lengua española) de ficción, Marta y los otros, Nieve en primavera, Quince historias de amor, Aires de tímida doncella) y ensayos ( Madrid en la novela, Breve historia de las lenguas, Mirada al español hablado) es traductor de inglés, francés e italiano. Profesor en diversas universidades del mundo, además tienes publicado en revistas y periódicos especializados, artículos, poesías y relatos.

martes, 10 de febrero de 2009

COMENTARIO CRÍTICO SOBRE LA LENGUA CASTELLANA O ESPAÑOLA. POR OGSMANDE LESCAYLLERS.


LA LENGUA NO ES UN TRAPO.


Las lenguas no son propiedad de nadie y es deber de los pueblos que las hablan y las crean enriquecerlas, velar de ellas para que, con su uso, los patrioteros y nacionalistas fanáticos no las conviertan en instrumentos de dominación y piedras arrojadizas contra aquellos que en el tiempo, les han dado sentido y lustre.

Los paladines del lenguaje, desde Babilonia hasta San Agustín y, de éste, hasta Saussure, Frank Brentano, Edmund Husserl, Fritz Mauthner, o la lingüística por la que tanto se interesaron los gramáticos de Port Royal, Rousseau y aquellos que se agruparon en escuelas como las de Praga y Copenhague, entre los que se encontraban personalidades como: S. Karcevskij, Roman Jakobson, Nicolai Trubetzkoy, André Martinet, Viggo Bröndal o Louis Hjelmslev y también en los Estados Unidos y Francia, Leonard Bloomfield Noam Chomsky, Edward Sapir, Bernard Pottier, Jacques Derrida, etc. Todos ellos defendían, sin excepción, el uso de las diversas lenguas que hoy se hablan en el mundo; según algunas estadísticas alrededor de 4,000.

Entre todas esas lengua está la Lengua Castellana o Lengua Española. Lengua que hablan y defienden, 500 millones de personas sin necesidad de que se haya tenido que legislar para su uso y enriquecimiento. La ciudad de México es donde habita el mayor número de hispanoparlantes de todo el mundo.

¿Se imaginan ustedes que sería la Lengua Castellana si se hubiera quedado encerrada entre las paredes del Monasterio de Yuso en San Millán de la Cogolla, donde apareció allá por el siglo XI, si no se hubiera amancebado con el árabe, el hebreo, el vasco, el catalán, el bable, por ejemplo? ¿Verdad que hoy sería cualquier cosa, menos una lengua rica y plural, tanto en su forma como en su contenido? Por que la lengua, Señor Savater, no es una cuestión de política, sino un instrumento de uso social. Ni es propiedad de ninguna academia y menos de los académicos que en ocasiones la norman bien, pero como ocurre en algunos casos, sería mejor que la dejaran suelta viviendo su propio albedrío.

España ha dado algunos lingüistas curiosos, pero lo que se dice buenos lingüistas hay muy pocos. Sin embargo, la Lengua Castellana o Española, se ha expandido y se expande por todo el mundo, expresando el sentir y la grandeza de España, sin que nadie haya podido desdibujarle su eco ni desviarle su camino.

Ninguna lengua es pura. Entre otras cosas, porque nada lo es, y las lenguas son la expresión de esas cosas que están ahí y necesitan ser nombradas. No obstante ser ellas, de quien nos servimos para dar nombres.

Cada vez que una lengua adquiere o sirve de préstamo a otra, contrariamente de lo que piensan alguno, lo que hace esto es enriquecerla, pero sólo aquellos intelectualoides de mentalidades estrechas ven un peligro para la subsistencia de esa hermosa sustancia que es el habla.

La riqueza lingüística de España es un tesoro de incalculable valor que jamás debería perderse y al que hay que proteger sin hacer distinciones, porque es parte inherente del reservorio cultural de la Nación.

Las lenguas vasca o el Eusquera, el catalán, el gallego, el valenciano, el bable, no tienen por qué estar reñidas con el castellano. Y de hecho, está recogida en la Constitución como Lengua Oficial del Estado Español. Estas lenguas, muchas de las cuales son habladas sólo en algunos pueblos o comunidades, en casi todas ellas, quizás exceptuando en menor medida el eusquera, todas conservan unos enormes préstamos del castellano. También, en algunos casos, el castellano ha asumido algunos préstamos de ellas. Es decir, históricamente estas lenguas se han interrelacionados, al margen de la politiquería, sin entrar en conflictos una con otra.

Es extraño que algunos intelectuales, sobre todo escritores de “nombre”, hayan tragado el anzuelo politiquero lanzado por el Señor Savater y estampen sus firmas en apoyo al “Manifiesto en defensa del Castellano como Lengua común”, cuando de hecho y derecho ya lo es desde hace mucho tiempo. Pero más sorprendente es que estos “intelectuales” no se hayan leído el Artículo 3.1 de la Constitución y los párrafos, 2, 3 del citado articulado constitucional.

Perece que no sólo la Ministra de Igualdad anda falta de pericia lingüística por este mundo; por lo visto, algunos intelectuales a los que ya nadie les hace caso, quieren provocar la polémica para salir de nuevo a la palestra.

Quererse apropiar de la lengua de una nación multicultural como es España y lanzar un Manifiesto para ello, como si se tratara de una banderola o una bolsa de patatas, me parece tan arbitrario e intolerante, como los muros y las cercas que separan las fronteras de algunos países para que los “intrusos” del otro lado no entre, si no traen un visado y la garantía que son personas de buena conducta.

Les recomiendo a estos señores intelectuales el excelente libro de Antonio Alatorre, Los 1001 años de la Lengua Española, quizás entonces el “filósofo” se de cuenta que la lengua no es un trapo y que todos tenemos derecho a usarla; porque las lenguas, con más o con menos parlantes, no son el patrimonio común de sólo unos cuantos, sino de todos los humanos.

Lo que cierto es que, el fanatismo, la intolerancia, la demagogia, el oportunismo, el intelectualismo y la falsa erudición, es el patrimonio de los necios; de ello y para ello viven.
Ogsmande Lescayllers.

COMENTARIO CRÍTICO AL PROYECTO ESCULTÓRICO DE CARLOS NERI, TITULADO: LAGARTAS.


LAGARTAS.
Crítica a un proyecto escultórico de Carlos Neri.

La madera se convirtió en obra de arte, por obra y gracia de la naturaleza. Cuando la primera rama de árbol, comenzó a contorsionarse con los silbidos y el movimiento de la brisa, con este acto se inauguraba la primera acción lúdica de la madera.

El hombre primitivo la miró y se enamoró de ella. Pero el árbol primero fue cobijo y alimento, medicina también, y, desde luego, las ramas danzarinas junto a la piedra, aportarían y se convertirían en grandes eventos para la humanidad.

El hombre primitivo vio como las centellas incendiaban los árboles. Y, en su necesidad de conservar el fuego, buscó una rama, frotó fuerte una contra la otra y él también, como los dioses, hizo brotar la llama. A partir de ahí, quedó desnuda la madera y ese fue el instante que aprovechó el artista para crear su obra.

Lagartas, pasarán, en la adelante, a formar parte del aliño en el que se mezclan las sustancias para recrear el mito y la realidad. En ellas, y a través de ellas, surge el condominio de los actantes, es decir, de los elementos propiciatorios, que desde cualquier perspectiva que los mires, irán sedados por la luz, sin que esta, o aquella forma, o sentido de la expresión, escapen del círculo, o del ciclo que fue y es creado para ellas.

La madera, es quizás, el más moldeable de los objetos de la naturaleza y, cuando se moldea, es para dar vida y forma a otras formas. Incluso hasta cuando entra o pasa por el fuego encuentra la forma de germinar y alterar los sentidos. Es el fénix el que la hace reencarnar, vibrar, brotar, haciendo cuerpo y melodías que contenidos en ella, desnuda la imaginación para entrar nuevamente en el concierto o en el acierto de las voces. El último vestigio es la ceniza, el polvo. Y es de allí, desde donde nos miran los nuevos elementos o la otra realidad que sólo les es permitida a los artistas, que son quienes, en el plano terrenal, comparten y conocen la magia de los dioses.

Carlos Neri dispone, con acierto de maestro, el artesanado de su obra. La crea hermafroditas, pero el diseño o el sello que la identifican tienen sus referentes en una pincelada de humor o de ternura. A él le da lo mismo, porque como todo juego, la vida siempre deja un sitio abierto a la especulación, que en este caso, se convierte, por derecho propio, en descubrimiento.

Seguramente, en cada una de estas piezas, de estos contextos, el espectador buscará un contenido y es justo que así sea, y, concluirá después, absorto en el misterio que se ha ido apoderando de él, en el instante mismo en que esos cuerpos fueron tomando formas y sentido, bajo la acción y la dirección certeras del artista. Indicadores siempre sobrarán, espectadores serios, concluyentes, sólo serán aquellos que saben, que el arte es el más exacto de los juicios.

Las ciencias hoy confirman que no todo tiene el veredicto que a través de los tiempos les hemos dado. El arte ya lo había refrendado, porque el arte anuncia, y es cuestión del artista que esa especie de cábala o milagro, continué germinando sobre los elementos, como la buena espiga.
Ogsmande Lescayllers.
Madrid. 12.06.01.

COMENTARIO CRÍTICO SOBRE LA VIDA Y LA OBRA DEL POETA COLOMBIANO JOSÉ ASUNCIÓN SILVA.


MIRANDO A JOSÉ ASUNCIÓN SILVA.

Abordar la vida de un hombre, de un poeta como José Asunción Silva, es arduamente complicado. Primero, por el perfil psicológico del personaje. Segundo, por el entorno social donde vivió. Tercero, la época. Y cuarto, las circunstancias en la que se vio envuelto. De cada uno de estos aspectos tomaremos algunos elementos para intentar conformar el perfil de este hombre y, naturalmente, de este poeta, cuya obra, a pesar del tiempo transcurrido, todavía hoy sigue sorprendiéndonos y entusiasmándonos, como si en cada una de sus líneas hubiera una invitación implícita, que nos convida a volver una y otra vez sobre sus huellas.


Una noche,Una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de músicas de alas,Una noche,En que ardían en la sombra nupcial y húmeda las luciérnagas fantásticas,A mi lado, lentamente, contra mí ceñida toda,Muda y pálidaComo si un presentimiento de amarguras infinitas,Hasta el más secreto fondo de tus fibras te agitara,Por la senda florecida que atraviesa la llanuraCaminabas,Y la luna llenaPor los cielos azulosos, infinitos y profundos esparcía su luz blanca,Y tu sombraFina y lánguida,Y mi sombraPor los rayos de la luna proyectadaSobre las arenas tristesDe la senda se juntabanY eran unaY eran una¡Y eran una sola sombra larga!¡Y eran una sola sombra larga!¡Y eran una sola sombra larga...!

No es su obra un dechado de perfección, como no lo es la de nadie. El hecho mismo que nos identifica como seres humanos, nos marca los límites a los que todo mortal está sujeto. Pero es bueno señalar que en torno a esos batientes, se mueven las sustancias del distanciamiento y las aproximaciones, donde la sensibilidad y el gusto forman un hábeas de menor o mayor calado en la comunidad de intereses.

Nace José Asunción Silva en 1865, muere en 1896. Su vida es breve, como un relámpago, pero su eco, que aún perdura en el tiempo, llega en ese período del nuevo despertar de los pueblos de América.

Procede de una familia acomodada perteneciente a la naciente burguesía criolla, que con el tiempo conformaría el perfil pequeño burgués de los nativos del continente mestizo, que produjo el cruzamiento de europeos, africanos, árabes, judíos y chinos, que es lo que da naturaleza a la parte sur del territorio, que José Martí, llamara cariñosamente, Nuestra América.

América, recién salía de las garras y ataduras del colonialismo. La impronta de Simón Bolívar, Juárez, Morelos, Hidalgo, San Martín, Sucres, Córdobas y toda una legión de generales y caudillos criollos, aún se respira en los campos y ciudades de los países de esa región del mundo.

Los vientos de rebeldías e insurrección necesitaban ser aquietados por la lira romántica, primero, y luego, la modernista, para integrarse, por derecho propio, en el ámbito internacional, alejados de los pesares de las guerras y escaramuzas, que casi desde el instante mismo de la conquista, se fueron sucediendo, intermitentemente en esos territorios.

Asunción Silva, tenía un alma romántica. En su poesía está presente ese aliento que escapa de su fuero interno. Su ego hacía honor a la expresión becqueriana de quien había dicho: ¿“Quién que es, no es romántico? O iba más allá, para aposentarse con aires nuevos, junto al nicaragüense Rubén Darío. Y haciendo uso de esa misma intención, que no es otra cosa que la expresión de los primeros balbuceos al despertar del ser, remarcaba con esta frase que aún se sigue usando como estandarte, frente a lo inservible y añoso: “Juventud, divino tesoro...”. Asunción sigue las huellas del maestro, lo asimila y hace su propio huerto, donde planta semillas de otras plantas, las que, con el tiempo, darán el fruto imperecedero de su obra.

Modernita tardío, pero no por ello menos valioso, supo embridar el verso con gran elegancia y llenarlo en profundidad, con los mejores ecos de la hora, por lo cual ha trascendido a otros poetas como él. Ellos querían poner voz nueva a la América nueva, que despertaba del letargo al que el colonialismo feroz la había amancebado, entre cortinas de humo y silencio.

Sus viajes al viejo continente, más que aportarles, les mostraron los modos que en esta y aquella orilla iban resurgiendo y producción las nuevas sociedades.

Asunción Silva, estaba dotado de una extraordinaria capacidad para captar los elementos armónicos del medio y la naturaleza.

Tenía un excelente dominio del lenguaje, hecho este que le permitía expresar, con naturalidad y soltura, los vaivenes de los sentidos, a tiempo que evolucionaba hacia una realidad de profundo calado humano, que es donde el Modernismo atesoró su verdadera esencia.

Los claroscuros de su obra no tienen haz de sombras, sino espectros de luz.

Sus fracasos y decepciones en el terreno económico, les robaron el brío poético y artístico que eran su natural, hasta convertirlo en objeto de su propia desintegración. Su autodestrucción parte de la incapacidad de no poder soportar la carga que se le avenía encima, frente a sus congéneres y a su propio yo. Olvidó que la vida es un complejo juego de abalorios, donde unos ganan y otros pierden y, donde a veces, perder tiene su trascendencia, si sabes mover y combinar con tiento las barajas.

Sus nocturnos archifamosos, le dieron carta de ciudadanía y no podía ser de otro modo, porque en ellos hay sustancia de novedad e inspiración divina, ecos y luces de un mundo que renace.



El proyecto de la recopilación de su poesía, es una muestra, más que fehaciente, de que el poeta colombiano, José Asunción Silva, aún está latiendo en nuestras almas, más allá del tiempo y la distancia que nos separan de su impecable magisterio.



Ogsmande Lescayllers.












COMENTARIO CRÍTICO DEL LIBRO "LA NIÑA Y EL MAR DE VICTORIA PEREIRA (LÍA)

MAREJADAS POÉTICAS EN LA NIÑA Y EL MAR.

Cuando el mundo parece que se cansa bajo la terrible estampida de las armas, las voces de mando de los políticos y los vaivenes de la balanza de la economía; en ese instante agónico y preciso, surgen los poetas.

El canto, la poesía que es un engendro del amor, no nacen ni se hacen exentos de dolor, de agonía y sufrimientos.

La palabra es, ha sido y será la mejor arma o el mejor instrumento para instaurar la paz y la concordia entre los hombres sobre la tierra.

Cuando ensordecemos por causas de la arrogancia, la ceguedad mental o simplemente, porque nos hemos petrificado ante una realidad cada vez más dura para el hombre y la sociedad en su conjunto, el único medio viable para volver a ser, es la palabra.

Nadie mejor, para portar y conducir la palabra, que sus verdaderos cultores: los poetas.

Ante la visión tamaña de la naturaleza y sus componentes, de la que el hombre es sólo un pequeñísimo sujeto, se imponen la grandeza de los montes, los desiertos, el cielo, el mar y las estrellas.

Quizás, porque somos agua, el hombre siempre verá la mar como su referente. Le ama, le teme, la mima y le canta. Somos, en fin, sin lugar a dudas, marineros en tierra.

Sentimientos, playas, olas, arenas, marejadas, ensenadas, acantilados, barcos, timón y sueños, sirven de corolario al mástil de esta nave de ensueño y añoranzas, que en sus días, la niña pequeñita que era entonces puso en proa, para que luego, la niña grande que hoy, con menos temor a las envestidas del oleaje o la calma serena de las profundidad marina, la llevaran aquí y allá, sin carta de marear. Sólo con la mirada atenta y la mente en ristre.

Lía quiere contarnos, mejor relatarnos, aquel encuentro de ella con la mar, de su mar, de ese mar, que en este caso, sirve como telón de fondo, o como pretexto para descarga las visiones, e imágenes internas, que alejadas de las orillas, toman otras sustancias, hechuras y matices, que van signando o marcando los papitos del corazón ante el desgarramiento que nos provocan el amor o el desamor.

Más allá de la mar con sus aguas interminables, undosas y azules, se visualiza en este libro, el gran océano de los sentimientos. El referente está en lo psicológico; pues, de una esquina a otra vuela a hurtadillas la pasión.

Las olas, la pleamar, las ensenadas, a veces no son tales, pero cualquier pretexto es bueno cuando se hace necesario testimoniar o poner en fuga, lo que nos van dejando en sus corridas los dolores.

La niña no sólo describe, sino pinta lo que trae y se llevan el fluyo y el reflujo. Flujo y reflujo de la conciencia, primero en ciernes, luego, desde la plenitud, pero todavía vacilante, porque el hombre nunca termina de sentar sus pies sobre la tierra.

Escuchemos a la poeta como nos marca, claves de orden sinestésicas, para luego insertarnos en su universo de olas.

“Como quien viste los ojos de un ensueño

Me visten esas olas al andar”

Olas al andar como ese mar que teje desde la distancia, desde la lejanía madrileña, donde no se escucha ni se percibe el sonido de las olas. Pero su mar interior es así, con sus escapadas, de encuentros y desencuentros. Es ahí, donde los dominios seriados o niveles sindéticos y asindeticos de su expresión, adquieren sonoridad de brisa, se enmarisman, como si el soplo que llega de barlovento o sotavento se enfiestara con el crepúsculo y entrara al oleaje, para luego estallar entre los acantilados de la orilla, o revertirse de concha, para quedar eternamente inserto en las arenas.

Declara Lía.

Agua para el dulce encuentro, sólo agua.

Ante ella, el mar adquiere esa dimensión inconmensurable de la que nada ni nadie puede escapar.

En ocasiones se siente “barco a la deriva”, “blanca espuma que surca las aguas” Es decir, se enfrenta al mar, lo trasunta, porque quiere conocer de cerca sus misterios.

En “LA NIÑA Y EL MAR” Victoria Pereira, Lía, nos deja un poco de sus emociones contenidas. Las dice y las canta, a sabiendas que otros, con la misma urgencia que ella, las tomarán como testigo.

Ogsmande Lescayllers.





jueves, 5 de febrero de 2009

ALGUNAS OPINIONES AUTORIZADAS SOBRE LA OBRA DE OGSMANDE LESCAYLLERS.


EL POETA, OGSMANDE LESCAYLLERS,
PRISIONERO DE LAS SOMBRAS.

Por José López Rueda *


Ogsmande Lescayllers es un poeta cubano por cuyas venas corre sangre de sirios, franceses, españoles y autóctonos bayameses. Viajero impenitente, ha visitado diversos países de América, Africa, Oriente Medio y Europa, así como también la India, que, por cierto, ha impreso una profunda huella en su vida y en su obra. Es Dr. En Derecho Penal, poeta, narrador, periodista, crítico de arte y ensayista, y de todas esas actividades ha dejado constancia en artículos y libros. Es interesante señalar que nació en 1959, precisamente el año en que triunfó la revolución castrista. De modo que se formó en las aulas del nuevo régimen y trabajó con éxito en sus organizaciones culturales hasta que le llegó el desengaño y fue expulsado de su país para residir en España.

Esta tarde presentamos en este espacio prometeico del pub Kitty O'Shea's su nuevo libro suyo cuya lectura ha sido para mí una experiencia gratificada por la sorpresa de encontrarme con un poeta de verdad, rara avis en los tiempos que corren. Por lo que respecta al estilo, Lescayllers cultiva la imagen irracionalista para crear una realidad verbal en la mejor tradición de las vanguardias. A veces se advierten huellas del creacionismo huidobriano, como cuando nos dice que "Los veleros no velan, la palabra no pala, la madeja no maja/ Pero el corazón cora y corea". En algunos poemas el autor se propone construir objetos lingüísticos autorreferenciales, es decir, sin contenido semántico explícito; pero en los otros, que son los más, usa con suma eficacia ese mismo lenguaje vanguardista para comunicarnos su concepción del mundo y sus experiencias personales. Y es en estos poemas donde su poesía alcanza las más elevadas cotas.

Uno de los temas recurrentes en la poesía de Lescayllers es, lógicamente, Cuba, la isla admirable que tantas veces asoma su amado rostro en este libro. Y es natural, porque como ha dicho Antonio Machado, siempre "se canta lo que se pierde" : Los paisajes nativos, los paseos con el padre, el recuerdo del abuelo, ese veterano general que "murió en su retiro, a los noventa años, al meterse en el río un sábado de agosto a las seis de la tarde". El poemario abunda en alusiones a sus ancestros muertos y a sus parientes vivos y todo ello en versos cantados con esa lírica intensidad que tienen los poetas hispanoamericanos para poetizar la familia -pensemos en Vallejo- sin ponerse cursis ni solemnes.

Pero el núcleo semántico del libro es sin duda el drama político y social que está viviendo Cuba hace ya más de cuatro décadas. Los poemas fundamentales en este aspecto son Epílogo y Alfa y Omega, que constituyen una autobiografía ideológica del poeta, la crónica de una crisis existencial, que desemboca en la pérdida de una fe en la que el poeta había nacido y crecido. En ellos nos cuenta el autor su entusiasta adhesión sin fisuras al credo comunista y su afán de consagrar su vida a la defensa de los de abajo. "Me rebelé contra los dólares y los objetos de consumo -nos dice-. Me volví intolerante con los que se iban del país/ En contra de mis costumbres y hábitos/ buenamente me hice comunista/ Borré a Dios, a los santos/ a los ángeles todos. Nacido -como hemos dicho- el mismo año en que Fidel empezó a regir los destinos de Cuba, se educó en las doctrinas del marxismo y fue durante diez años profesor titular de la Universidad de la Habana. Pero como otros muchos disidentes, fue poco a poco advirtiendo las quiebras del sistema y por lo tanto desilusionándose. "Disfrazaban el mundo -nos dice de los castristas- con la filosofía del martillo y la hoz/ El martillo golpeaba largamente encima de nosotros/ La hoz desvanecía nuestros deseos y nos ponía de espaldas/ frente al muro de los desalentados.”

Como siempre que se impone una creencia totalitaria y omniexplicativa, sea del signo que sea, el intelectual se siente amordazado y si tiene reaños, acaba en la cárcel, en la hoguera o en el exilio. Creo que estos poemas constituyen uno de los testimonios que más acertadamente ilustran este tipo de experiencias. Vemos en ellos cómo el poeta pierde su fe en el comunismo, pero no sabe qué otro credo adoptar, pues el capitalismo le sigue pareciendo tan abominable como siempre. El proceso es análogo al del cristiano que deja de creer y se encuentra angustiosamente vacío. En el caso de Lescayllers, la solución ha sido marcharse al otro extremo: a la creencia en el amor universal y en la fraternidad humana sin distinción de razas. Todo ello sostenido por la fe con base cristiana en un Dios que es amor.

Pero en el aspecto religioso tenemos que matizar el cristianismo de Lescayllers, pues advertimos en su obra una cierta influencia de la filosofía de la India y, concretamente, del budismo, ya que en varios pasajes insinúa la idea de haber llegado a este mundo de otras esferas y que con la muerte ha de regresar al mismo sitio. En uno de sus textos nos dice que la mujer a quien ama vivió con él antes de encontrársela en este mundo. Amarse fue para ellos reconocerse. También es budista y yóguico el sentimiento panteísta que se manifiesta en muchos poemas. En El prisionero de las sombras, uno de los mejores del libro y su credo personal, expresa la renuncia a las vanidades del yo y su identificación con el universo. "Soy feliz -nos dice- sabiendo que soy nada/ Que simplemente pertenezco a Dios/ ..Que el mar es mi camisa/ los montes mis hermanos/ el cielo con los astros mi cabeza/ y el corazón del hombre,/la máquina ancestral de mi universo". Este sentimiento de religación absoluta con el Todo le llena de entusiasmo en el sentido griego de entheós, es decir, de estar lleno de Dios, y le inspira sus mejores cantos, que a veces son espléndidos himnos a la vida. Piensa, como Platón, que estamos en un mundo de sombras, pero sentimos siempre la luz y aspiramos a ella. Es una luz que baja, un delgado hilo luminoso que nos inunda por dentro. Es curioso que así lo ha descrito también el gran maestro yogui Sri Aurobindo. La vida terrestre es una cárcel transitoria y la muerte no sólo es un fin sino también un principio. Para Lescayllers, este mundo sublunar de sombras sólo tiene una salida: el amor que es luz, luz que es Dios. El principio y el fin. Alfa y Omega.


Dr. José López Rueda nació en Madrid en 1928. Es Doctor en Filosofía y Letras y Catedrático (jubilado) de la Universidad Simón Bolívar de Caracas. Ha sido profesor de la Universidad de Cuenca (Ecuador), de la Universidad de Oriente (Venezuela) y de la Universidad de Tamkang (Taiwan). Desde 1991 a 1999, fue Director del programa de la Universidad de Bowling Green (Ohio, U.S.A.) en España. Entre sus libros de investigación, destacan Helenistas Españoles del siglo XVI (C.S.I.C., Madrid, 1973, tesis doctoral con Premio Extraordinario en la Universidad Complutense) y Rómulo Gallegos y España (Monte Avila, Caracas, 1986, Premio "Andrés Bello" de la Universidad Simón Bolívar). Ha publicado varias novelas y seis poemarios. En el campo de la poesía, obtuvo el Premio "Alfonso Reyes" (Quito, Ecuador, 1958) y el "José Chacón" (Ayuntamiento de Alcalá de Henares, 1992). Ha sido Director del Capítulo de Madrid de la Academia Iberoamericana de Poesía y Presidente del Patronato de la Asociación Prometeo de Poesía. Algunos poemas suyos se han traducidos al chino, al italiano y al ruso.

- NARRATIVA:
Aldea 1936 (1958).La flecha intempestiva. Novela corta (1960). Hipoteca viviente. Novela corta (1961).Cuentos a Segovia (2007). [ET. AL.]

- POESÍA:
Soledad y memoria (1958).Testimonio de Sombra (1963). Cantos equinocciales (1977).Crónica del asedio (1983).Cuaderno de Tamkang (1996).Fervor Secreto (2002).
- ENSAYO:
Helenistas Españoles del Siglo XVI (1973).Rómulo Gallegos y España (1986).González de Salas: humanista barroco y editor de Quevedo (2003).
- OTRAS:
Artículos en revistas y periódicos.
Premios
1958: Primer premio. Mención Poesía. Concurso Nacional "Alfonso Reyes". Sociedad de Estudiantes Amigos de México. Quito. Ecuador.1959: Primera Mención de Honor. Concurso Nacional de Poesía del diario "El Universo". Guayaquil. Ecuador.1962: Séptima Mención de Honor del IV Concurso Nacional de Poesía del diario "El Universo". Guayaquil. Ecuador.1970: Summa cum laude y Premio Extraordinario en el Doctorado. Universidad Complutense. Madrid.1975: Diploma de Honor en reconocimiento a los servicios prestados durante diez años. Universidad de Oriente. Venezuela.1986: Premio "Andrés Bello" de Investigación. Asociación de Profesores de la Universidad Simón Bolívar. Caracas.1987: Orden 18 de Julio. Universidad Simón Bolívar. Caracas.1992: Primer premio de Poesía. III Certamen Literario "José Chacón". Ayuntamiento de Alcalá de Henares. Madrid.




OGMANDE LESCAYLLERS, POETA.
Por José Ramón Ripoll. *

Es una cosa buena ser un híbrido. La humanidad, que en estos tiempos, se pelea por banderas, territorios, comarcas, signos de identidad, pertenencias, grupúsculos, equipos deportivos, pasaportes, idiomas, religiones y otras denominaciones de origen, no sabe lo que se pierde por no ser nada ni nadie. Si viviera en el mar o en territorios blancos, en desiertos tal vez, donde los límites fueran sólo un final imaginario, infinitos cerrados, materia del lenguaje, su condición seria distinta e incluso rozarían, aunque fuese por unos instantes, la ansiada libertad. Ser híbrido significa ser todo y nada a la vez, mezcla de unos y de otros para, al final, desechar cuanto ata y escoger el camino que conduce a una tierra sin dueño que nos permite reconocernos, no como nos han hecho, sino como hemos deseado ser. No todo el mundo tiene la suerte de nacer en esta tesitura. Unos son de un sitio, otros de aquél, y muy pocos pertenecen a ese lugar casi abstracto determinado por la hibridez. Ogsmande Lescayllers es un personaje de esta especie. Su nombre ya lo insinúa. Una mezcla extraña de fonemas exóticos. Qué maravilla en estos tiempos sonar así. El Oriente, Francia, las Antillas, España, todos puestos de acuerdo para lograr un poeta que cante con voz propia el resultado de un largo mestizaje.

Ogsmande Lescayllers es un híbrido, según sus propias palabras. Nació en la ciudad de Bayamo. Cuba. Una ciudad cubana donde se mezclan, a su vez, tres culturas distintas: la aborigen, la africana y la española. De ascendencia franco-sirio, se educó en una buena y variada escuela polifónica, en la que el resultado instrumental fue una voz en busca de su esencia. Partícipe de todos, su timbre parte de una vasta pluralidad en la que es fácil encontrar vestigios de la mejor tradición antillana y europea, resortes de la mejor poesía clásica, francesa, árabe, española y guiños a la modernidad, al invento, a un verbo nuevo. Quizás, por su pertenencia a ese abanico multicolor de lenguas y de razas, su verso se unifica, se desnuda, se deshace de un pesado equipaje, se adelgaza y se centra, como una brújula señalando el norte que, en este caso, es el ámbito donde el poeta puede mirarse, en un límpido espejo, libre de prejuicios y de sombras, para contemplarse en su totalidad, en el gran abismo de ser hombre, mirar su corazón sin referencias viejas y situarse frente al cosmos para medir su intensidad: "Soy feliz sabiendo que soy nada". Al igual que los poetas místicos, Lescayllers se funde con el paisaje, con un Dios deseado, no a la manera de Juan Ramón Jiménez, sino como lo hicieron los antiguos poetas persas, como lo hiciera Whitman o Robert Duncan, dejando su pálpito y el ritmo de su respiración al son del mundo y viviendo de acuerdo a las leyes de la naturaleza: "Soy tan feliz teniéndome por nada,/ que cuando escucho el canto de los pájaros/ o cuando veo la lluvia caer torrencialmente/ me siento acariciado por la vida..."

Pese a la gran aspiración de encontrarse en su más íntima y pura forma, Ogsmande Lescayllers es un poeta sencillo, es decir, trata con sensaciones humanas, las acaricia, las escoge, las canta de manera elegiaca, engarzando así con la mejor tradición iberoamericana, esa que parte de Neruda y Vallejo, sin perder nunca de vista a su sujeto, al hombre, su dolor, su maravilla, su sorpresa y hastío a la vez. En su hilo poético permanece vibrante la certeza de buscarse a sí mismo y desvelarse, sacar a flote el íntimo y verdadero reducto de su ser que, enmarañado entre la vegetación de la vida, responde a su imagen más profunda. Quizás, por ese sentimiento de venir de otras voces enfrentadas, de otros cánones diversos, de otras fuentes, nuestro poeta se encamina hacia la dirección interior, hacia el pozo del hombre, donde la excavación es universal y no se tienen en cuenta apellidos ni orígenes, todo es dual, nada es exclusivo. Nos dice el poeta en uno de los textos más largo del libro que presentamos hoy, precisamente titulado "Voces que escucho": "Nadie viene gratis a este mundo./ La desconfianza y la confianza son hermanas./ Gemela la virtud y la deshonra./ Todos vamos en pares, unos lo saben y otros no, esa es la diferencia". A lo largo de la lectura de Poemas de las sombras el lector va tomando conciencia de que las cosas no son tal y como nos las muestran las apariencias. Se establece una dialéctica entre lo uno y lo otro, entre la vida y la muerte, entre contrarios para entendemos, con la finalidad de conducimos hacia un mar donde todo desemboca para explicarnos en su complejidad: "El tiempo es esto, pero también puede que no sea el tiempo". Es curioso que en una poesía de grandes vuelos y anchas aspiraciones metafísicas, su lenguaje no se vaya por las ramas, no se quede vagando por las estratosferas del pensamiento. Al contrario, sus materiales son sencillos, justos, sensoriales, cotidianos a veces, discursivos y familiares que nos facilitan el acceso a un mundo espiritual y lleno de matices, en el que se nos invita a participar de la búsqueda vital del poeta. Búsqueda no exenta, por otra parte, de compromiso con su tiempo, con sus contemporáneos, con su gente y con su conducta moral, como bien se expone en el poema "Alfa y omega", ejemplo de un nuevo compromiso social, alejado del viejo panfleto o la manoseada consigna. Sin embargo, no hay mayor compromiso en la poesía de Ogsmande que consigo mismo, con su Dios en la forma más humana, a través de su palabra, que es llave de luz para abrir e iluminar el mundo que descubre paso tras paso: un mundo que no está afuera sino dentro del ser. "Cuando un caballo marcha/ el mundo va en sus cascos...”

Cuando se leen de seguido, los poemas de este libro parecen ríos torrenciales donde se precipitan las metáforas, las imágenes y los versos. Se tiene la sensación de estar frente a un poderoso caudal, al que uno espera para dejarse llevar por sus aguas. Sus largos discursos pertenecen a un ritmo, no derivado de la métrica, sino dictado por el pulso natural del hombre. Más que estar ante una proposición razonable, ante un pensamiento elaborado, el lector se encuentra ante un mosaico de sensaciones, donde cada detalle puede contemplarse por separado, pero que al retirarnos y obtener la perspectiva adecuada, vemos que cada motivo es el componente de un todo. Esto es aplicable a la forma y al contenido, si es que en poesía podemos separar tales conceptos. El anhelo del poeta es sentirse nada porque ya es el todo. Su integración con la totalidad depende del grado de amor a la naturaleza y a cuanto le rodea, pero también de acercamiento a la palabra, de ajuste a la hora de nombrar.

Así, en este ejercicio más que literario, Ogsmande Lescayllers, con acento circunflejo e y griega, se sitúa también en un terreno ambiguo, entre el cuerpo y el alma, híbrido como su linaje, aprendiendo a conocer la parte más sincera de si mismo, al tiempo que nos muestra, como un espejo, su experiencia para ayudar a descubrirnos.

Madrid 16 de octubre de 2002.


* José Ramón Ripoll, escritor y periodista, nació en Cádiz (España) en 1952. Es director de Revista Atlántica de Poesía, publicación especializada en la difusión en España de la poesía iberoamericana. Estudió en los conservatorios de Cádiz, Sevilla y Madrid. Obtuvo una Maestría en Arte de la New York University , en la especialidad de Literatura Comparada. Actualmente se dedica a la promoción de la música clásica a través de las ondas de Radio Clásica, Radio Nacional de España y Radio Exterior de España.

Obtuvo la beca “Fulbraight" para ampliar conocimientos en Estados Unidos, y fue elegido escritor visitante en el "International Writing Program II” en la Universidad de Iowa, siendo nombrado posteriormente Profesor Honorario.

En el año 1983 se le concedió el Premio de Poesía Rey Juan Carlos I en su primera convocatoria por el libro El humo de los barcos. Además de este poemario ha escrito varios libros de poesía, entre los que destacan Tauromaquia (Madrid, 1979), Sermón de la Barbarie (1980), Las sílabas ocultas (Sevilla, 1991) y Música y Pretexto. Antología (Granada, 1991) y Niebla y confín (Madrid, 2000).

Con el poemario Niebla y confín, obtuvo el "Premio Tiflos" de Poesía.

Niebla y confín configura el final de un trilogía con El humo de los barcos y Las sílabas ocultas, que la editorial Visor de poesía ha publicado recientemente bajo el título de Hoy es niebla.

Es autor de varias monografías y artículos musicales, publicados en periódicos y revistas especializadas españolas e iberoamericanas.

Ha sido invitado como profesor o conferenciante por varias universidades americanas y europeas.




Por REMO RUIZ *

PRESENTACION DEL LIBRO
EN LAS TERMAS DEL ANGEL,
DE OGSMANDE LESCAYLLERS


Agradezco en primer lugar la gentil invitación del profesor Dr. Ogsmande Lescayllers para presentar su novela "En las Termas del Ángel". En ocasiones, el encuentro con una persona depara la sorpresa ante el hallazgo de revelaciones compartidas entre espíritus afines y de alerta sensibilidad. Esto es, precisamente, lo que sucedió entre Lescayllers y yo al conocernos. Inmediatamente surgieron lecturas comunes, obras y autores admirados que producen hondas resonancias y dejan sus huellas indelebles en la memoria a través de los años.

Al día siguiente me dispuse a leer con atención el libro citado, y confirmé la impresión inicial: la novela “En las Termas del Ángel” se halla imbuida de una atmósfera que procede de las mejores lecturas, no sólo literarias sino filosóficas, y aun míticas. Ello suscitó mi interés, y es la causa de esta presentación.

Más que la calidad de la obra, que no me parece discutible, quiero resaltar la herencia y asimilación por parte del autor de esas fuentes que han acompañado e iluminado a la humanidad desde tiempos antiguos. A ellas, pues, voy a referirme seguidamente.

Pero antes conviene afirmar que “En las Termas del Ángel” es una novela de búsqueda, participante de la condición iniciática. En ella encontramos un protagonista impelido a buscar la razón de la existencia, siguiendo una flecha que traza su camino. Así, en el primer párrafo puede leerse:

Sebastián Llosa no sabía dónde ir. Buscó a los cuatro vientos y lo único que le pareció interesante fue una flecha que indicaba el Norte y un letrero borroso donde apenas se podía leer, en letras grandes, tal vez el nombre de un lugar o una dirección: LAS TERMAS DEL ÁNGEL.

Y esa busca, a la manera del Almotásim borgeano o del Enrique de Ofterdingen de Novalis, marcará el sentido del personaje.

La narración de Lescayllers abunda en metáforas, alusiones y símbolos, de los que sería prolijo ocuparse aquí. No obstante, el conocimiento de algunos resulta esclarecedor para la comprensión del libro, tal es el caso, por ejemplo, de la gruta donde entra el protagonista. De inmediato surge el recuerdo del mito platónico, pero únicamente como referencia, pues aquí “La entrada de la gruta era amplia y tenía una claridad inusual para estos casos”. Quiero entender que esta gruta denota el recinto espiritual, templo recóndito donde se halla la verdadera y diáfana esencia del hombre. Ha de recordarse que este lugar posee un significado místico desde los primeros tiempos. Ciertos autores lo han considerado como centro, mientras otros lo asimilan a un elemento femenino, expresando así el retorno al origen, a la madre universal. Es también el sitio en que lo numinoso se produce o puede tener acogida. Por esta razón, desde la prehistoria -y no sólo por­ esconder y preservar las imágenes­- se realizaron en la profundidad de las grutas las pinturas simbólicas de los correspondientes cultos y ritos.

Así también está el símbolo del agua, estrechamente vinculado a la gruta. En la cueva se pide al que llega que renuncie a sus cargas y evite mirar hacia atrás; es decir, el hombre debe ser capaz de liberarse del tiempo, que lo condena a la mortalidad, y "En las Termas el hombre es como un recién nacido”. El agua es, como sabemos, un agente purificador y bautismal, que otorga la vida. Para los chinos es la residencia del dragón, ya que todo lo viviente procede de ella. También en los Vedas hindúes las aguas reciben el apelativo de "las más maternas”, pues en el principio todo era como un océano oscuro. En general, en la India, el agua es el mantenedor de la vida, y circula por toda la naturaleza en forma de lluvia, savia, leche o sangre.

También se produce la asimilación del agua y la sabiduría intuitiva, aquélla que trasciende la razón: por ejemplo, en la cosmogonía mesopotámica, el abismo de las aguas se consideraba como símbolo de la insondable sabiduría impersonal.

Por tanto, la inmersión en las aguas expresa el retorno a lo preformal, tanto con el sentido de muerte y disolución como con el de renacimiento y nueva circulación, ya que la inmersión expresa la vida en su plena potencia. Éste es el significado del bautismo, y así leemos en el relato de Lescayllers: “Llosa, sin darse cuenta, entró a las aguas, mientras María y Samuel lo contemplaban desde la orilla; entonces empezó a flotar en otra dimensión donde no existen los límites ni el tiempo es lo que es, ni las cosas son lo que pensamos”.

Junto a estos conceptos de tipo general, las páginas 26 y 27 del libro ofrecen las claves que sustentan este relato, concretadas en los grandes textos sagrados del mundo: los vedas, Las upanishads, el Bhagavad-Gita, el Mahabharata, el Pancha tantra, el Hitopadesa, el Avesta, el Poema de Gilgamesh, el Talmud, el Código de Hammurabi, el I Ching o Libro de las Mutaciones, y otros.

Pues bien, todas estas tradiciones nutren el relato de Lescayllers para mostrarnos cómo el hombre dispone siempre de guías luminosas a las cuales puede acogerse en su incierto transitó por el mundo. Sospecho, sin embargo, que para él -como para mí-, la más importante de estas guías es la Poesía, y así lo expresa con hermosas palabras que definen a uno de sus personajes:

“El acto de la poesía, callada o manifiesta, era su búsqueda. [...] Él era un artista del silencio y de la luz, un dios y un visionario, es decir, un poeta. Un poeta [...] es el que va creando y forjando nuevas sustancias que sirven para que los demás ennoblezcan sus sueños, sus deseos.”

Nosotros deseamos, en esta tarde y siempre, que esta luz nos acompañe y dirija nuestros pasos hacia la realidad última, más allá de las contrariedades, más allá de las apariencias, más allá de los límites ilusorios del tiempo.


* Dr. Remo Ruiz. Poeta, crítico, ensayista e investigador de origen español nacido en París, Francia, en 1964. Dr. De Filología por la U.C.M. Ha obtenido diversos premios de poesía, entre los cuales destaca el Premio Internacional “Carilda Oliver Labra”, y el “Blas de Otero” de la Universidad Complutense. Ha publicado varios libros de ensayos sobre los poetas, Jorge Luis Borges, Pablo Neruda y Sergio Macías. Como investigador ha participado en diferentes Congresos Nacionales e Internacionales de Literatura.



EL POETA OGSMANDE LESCAYLLERS EN MADRID.

Por Ramiro Lagos *

Ogsmande Lescayllers poeta de la cubanía lírica madrileña, publica sus antológicas reminiscencias de juventud bajo el titulo de Los Poemas de las sombras. (Ediciones Vulcano, Madrid, 2OO2). Con este poemario de 118 páginas, resurge la palabra donosa de un escritor que ya se había lanzado a poetizar su vida y la de su entorno desde niño, a los 18 años publica su primer libro, Decir la palabra. Ya a su edad madura la sombra de sus plateadas ondas otoñales, deja ver los pétalos crepusculares enlabiados de flor de lis que se convierten en otras ensoñaciones de penumbra alboreada, donde aletea el espíritu del poeta como pájaro canoro frente al paisaje de la vida. Un poeta que quería ser árbol, aquí lo es por sus frutos y por sus hojas de luz y también por sus raíces de cósmicas ramificaciones ancestrales.

Palma real cubana con ramazones extendidos hacia los cuatro punto cardinales, evócanse en su simbología lo que étnicamente hay en sus venas de galo, de catalán y damasquino, para matizar su gama poética con esa su peculiar cubanidad cosmopolita de manos abiertas como la palma guantanamera, de donde cree la poesía real martiana de su solar nativo. Confieso que su arábico nombre afrancesado me tuvo intrigado después de que Mandy, tal como lo conocía, me entregó su libro con su auténtica firma exótica, más me intrigó cuando conociendo la proverbial verbosidad del caribeño, se me había presentado con esa voz suavisonda, gentilmente arábica y tocada de cierta galanura melancólica. Rasgos de su personalidad y de su raigambre hay en su estilo. Y en la expresión de su lenguaje poético de palabras selectamente damasquinadas... Hasta donde lo he leído, sin profundizarlo, porque mas lo veo luz arriba hacia la copa de su palmar genealógico, este poeta sorprende por el esmerado manejo de su palabra poética que crece cuando el poeta mismo la declama con la eclosión de sus significantes iridiscentes.

El culto a la palabra y su tácita apología a su poder creador, se afirman en el tópico con que abre su libro, cuyo epígrafe tomado de Hermes Trismegisto, prohíja Lescayllers como anticipo de su poética: “El gran obrero ha hecho al mundo no con sus manos, sino con la palabra...” Y si desde el génesis de la creación, al principio fue el verbo que se pronunció sonoro y diáfano, para que se hiciera la luz, la palabra surgió así abierta a la claridad, como primera ventana metafórica del lenguaje poético, en cuyos reflejos se aclaran las oscuridades o matizaciones de todo destello lírico que se llame poesía. Y el logro del poeta Lescayllers es que en su poesía poco hay que aclarar sino más bien disfrutar de las ricas manifestaciones de su lenguaje traslaticio o directo bajo sus transparentes sombras.

Un lenguaje clarividente, como si vidente el mismo, se propusiera ver más allá de las palabras, particularmente cuando las despetrifica, les da vida, las humaniza, cuando les salen a flor de piel y las convierte en palabras cósmicas como en "celestiales ubres", “reminiscencias de piedras incendiarias", "nubes o acróbatas", antes de que la palabra misma se convierta en amor, en vida, para luego transformase en canto, o en velado manifiesto de osadías. Esto lo ha conseguido el poeta y algo más, que cuando se le lee deja una sensación de satisfacción y apego al buen gusto, que es como si dejara las huellas de su peregrinaje lírico.

Y estoy seguro de que este joven, ya maduro poeta cubano, las va dejando a medida que nos damos un paseo por su poemario. Yo me lo he leído verso a verso y me han dejado sus poemas un cúmulo de placenteras sensaciones que me animan a darle otra lectura de satisfacción reiterada. Lo que más impacta es el aporte de su creatividad, su discreto barroquismo airoso, sus reflexiones ideológicas y su emotividad al control de una cabeza bien estructurada en lecturas de esteticismo ecléctico. Hay en su poemario originales títulos que de por si asumen visos de creatividad como la "La fábula y el resplandor del ojo", "Júpiter y yo", pero el poema cenital que en mi concepto forma el corazón y el cerebro de su personalidad poética es el que titula "Yo no soy otra cosa". Valga citar lo que su propio Yo protagoniza:

"Yo no soy otra cosa más que la poesía.
Soy eso simplemente no lo niego.
Soy la palabra envuelta en la palabra.
Los tonos y las voces.
Las inflexiones de la lengua
Forman un espiral
Que se abre y se rompe en el gris de los vértigos".

A través del paseo ontológico por sus Poemas de las Sombras, quisiera detenerme en varios de los poemas de atractiva comunicación lírica e intelectual. Y me inclino a este campo en que su poesía comulga con mi veterana tendencia hacia la poesía testimonio en que se pretende dimensionar el socio-martirológico problema de América latina.

Su poesía ondulante de reminiscencias conlleva ritmos vitales evocadores de su mar habanero. Ritmos convividos a la sombra de sus recuerdos garridos y de su mar de fondo en que trascienden su “Alfa y Omega” de compromisos, frustraciones y denuncias. Es cuando escéptico del todo, relata la tensión de sus testimoniales acosos:

“Vienen a interrogarme las mareas difusas.
Quieren pruebas para juzgarme,
Para ponerme de una vez por todas
Detrás de los barrotes".

Convertido de revolucionario contagiado, a libre pensador se entrega al caos del confusionismo espiritual e ideológico y acudiendo a San Agustín, a Rousseau y a Santa Teresa, deja a un dios vigilante en la entrada de su sombra.

Cuando las sombras se le enredan en su mente poetiza la autobiográfica peregrinación por el imperio del consumismo, de su culto al dólar y de su vacilante repudio. “Alfa y Omega” es el poema en que los asomos de poesía testimonial cumplen su misión de compromiso circunstancial y de denuncia abierta. Es cuando el poeta, situado en La Quinta Avenida ve los supermercados

"abarrotados de tristeza"
sin nada por dentro y por fuera".

Entonces su reacción fue rebelarse contra los dólares y objetos de consumo. Fue cuando le llenaron la mente de gritos y consignas. Ahora en el exilio este poeta cubano, enarbola la bandera de la libertad y adquiere más compromiso con la poesía que con la propaganda ideológica. Su poesía la comanda él mismo a su edad de capitán garrido frente a un ejército de palabras optimistas y creadoras y con este libro de poemas da un sólido paso editorial hacía el éxito que le deseo y todos le deseamos esta noche de tertulia madrileña y de abrazos calurosamente solidarios con su arte de hacer poesía, y amigos de la poesía.



* Dr. Ramiro Lagos, nació en Zapoteca, Colombia, procede de la tierra legendaria donde se escribió La epopeya del cóndor. Antólogo y poeta, Profesor emérito de la Universidad de Greensboro, Carolina del Norte, Estados Unidos. Su cultura es vasta y profunda, ha publicado obras de eco internacional, como el Mester de rebeldía de la poesía hispanoamericana, Voces femeninas del mundo hispánico y Ensayos surgentes e insurgente, etc.




¿POR QUE LEER A OGSMANDE?

Por Manuel Mñoz Santos. *
¿Por qué leer a Ogsmande Lescayllers?, me preguntan, y la contestación es bien sencilla, casi fácil. Leer a Ogsmande Lescayllers da siempre la satisfacción de disfrutar algo que está al alcance de todo el mundo, una satisfacción, creo yo, muy superior a la de aquel que se sabe en el secreto de lo inaccesible. La literatura de Lescayllerseana se comparte y se comenta, así su prosa como su poesía. Es realmente un libro abierto que se explica por sí solo, que como obra de la imaginación tiene principio y final en sí misma, pero que como referencia vital abarca la experiencia personal razonable, a la vez que la experiencia colectiva conocida, pues el autor no pretende destacarse del común de los mortales -no estamos ante el artista divino que nos ciega por su contemplación radiográfica o su indiferencia-, sino que lo que quiere ante todo es participar junto al lector de una andadura amable durante la cual conversar con palabras sencillas. Y digo conversar, y no instruir. Leer a Ogsmande Lescayllers da siempre derecho a réplica.

¿Y por qué leer a Ogsmande?, continúan preguntándome. Pues porque rezuma vitalismo en cada línea, porque es mejor lo positivo que el lamento destructor de la esperanza y el trágico sentido que otros tienen de existir. Si estar aquí es un milagro, ¿por qué no disfrutarlo y agradecerlo y contemplarlo como algo bello en sí, que merece compartirse en todo instante con quien piensa a pies juntillas que la vida es, sobre todo, muy hermosa? Para Ogsmande Lescayllers la vida, y no la muerte, nos iguala, y la muerte no es final, sino estación -quiero creer que una estación de tren antigua, en la que aún resoplan las máquinas de vapor-, con todo lo que se abre a nuestros ojos en el término de un viaje nada más que hemos llegado. La muerte no es soborno de la vida, como rezan algunas religiones, no nos debe coaccionar ni debe limitamos ni frenarnos en el paso. Leer a Ogsmande Lescayllers es darse impulso para andar por el camino más contento y esbozando una sonrisa.

¿Y por qué leer a Ogsmande?, terminan ya de preguntarme más o menos convencidos. Sobre todo porque es bello. Ir discurriendo por las líneas de su literatura es darse un gozo de belleza, recrearse en el sonido, en la imagen sustancial que despierta las sensibilidades más dormidas y echa leña al fuego que, en todo ser humano, no ha dejado de latir, no se ha extinguido nunca. Ogsmande Lescayllers recurre tanto a los paisajes de su Cuba y su Caribe con los que todos una vez hemos soñado, como a los otros que son tierra universal en que cualquiera puede reconocerse, aunque nunca hasta el momento se haya detenido a respirar el aire puro o a contemplar aquel detalle hermoso que siempre está presente, por mucho que se intente despreciarlo. Y cuenta sentimientos en tiempo en que los sentimientos avergüenzan, sin censura, igual que cuenta ideas en días en que a todos nos cuesta Dios y ayuda mantener la lucidez y el pensamiento de que somos algo más que cierto número: somos hombres, y eso es bien precioso.

Entonces ya lo saben: leer a Ogsmande es muy sencillo, alegre y muy bonito; por eso hay que leerlo. Les invito.


* Profesor. Manuel Muñoz Santos, Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid. Escritor.