lunes, 26 de enero de 2009

CONFERENCIA SOBRE LENGUAJE Y RECITAL POÉTICO, JABLÉ LATTAQUIÉ SIRIA.


Firma del libro, Las ruinas de Qnaitra o libro de los epígrafes, de Ogsmande Lescayllers, en el festival Internacional de Jablé, Lattaquié. Siria.




EL TRÁNSITO HACIA EUROPA DEL ESPAÑOL DE AMÉRICA.

Con el paso del tiempo y con los nuevos cambios que en este se producen, la Lengua Española se ha ido enriqueciendo poderosamente. Al tronco ibérico le fueron saliendo nuevas y sustanciosas ramas que a veces, por la abundancia del follaje cubrieron al viejo tronco, que en ocasiones, quedó varado en su evolución hacia la modernidad.

Larga y agotadora fue la lucha por sostener una lengua que intrusamente se había convertido en instrumento de dominación, diezmando las existentes e incorporando, en sus anhelos colonizadores, a otras lenguas a las que también les imponían las mismas normas. Hablo específicamente del caso africano; o mejor, el de los negros africanos llevados como esclavos a Nuestra América, para trabajar en las plantaciones cafetaleras, tabacaleras, o azucareras. Por otro lado, con la llegada de colonos italianos, franceses, e ingleses, árabes y judíos y a raíz de las luchas por la independencia, una vez alcanzadas estas, el español se enriqueció de manera impresionante. Lo que para algunos se anunciaba como la destrucción o el Apocalipsis de una lengua, vino a significar ganancia y esplendor, juventud y vitalidad.

Sudamérica, todo un continente, pasó de receptor a emisor, de oyente pasivo a hablante activo, productor de nuevos signos, giros, voces y sonidos, que con el transcurrir del tiempo han ido adquiriendo carta de ciudadanía en el concierto de la Lengua Española.

Hoy por hoy, ha quedado, desde mi punto de vista, cerrado para siempre el debate de quién tenía la razón, gramaticalmente hablando: Nebrija o Bello, porque esos tiempos de baldías gramáticas o gramaticalismos han sido relegados al baúl de la historia.

No andaba muy desviado Noam Chomsky, cuando lanzó allá por la década de los sesenta sus ideas generativas, porque como todos sabemos, la lengua es un organismo vivo, de límites indeterminados y posibilidades infinitas que va más allá de una estructura, y no todo se agota entre el significante y el significado saussuriano, tan traídos y llevados a través de los tiempos en los forum donde connotados lingüistas han querido poner sitio y precio al lenguaje, haciéndolo ascender y descender entre las acciones diacrónica y sincrónica, que con el uso y abuso de uno y otro, buscaban poner límites en los predios de la palabra. “El idioma, como decía Ángel Rosenblat, no es sólo el molde de la cultura, sino además su productor”. Los signos, como la lengua, mutan, porque son partes del ciclo de la vida.

En esa mutación, producida por causas del intercambio, entre las colonias y la metrópoli, y, más cercano ahora, entre la región ya no colonizadora y los países libres de Nuestra América se ha producido, como es propio de toda acción liberadora, un intercambio de igual a igual, donde siempre ganan las ideas, que en redes, sirven para unificar y enriquecer las relaciones interpersonales.

El poder de la palabra es más fuerte que la fuerza del viento, o el empuje de un tsunami, o la visión desenfocada de la caída de Ícaro. O como decía Fritz Mauthner: “Los molinos del lenguaje muelen también despacio, pero con seguridad”.

La palabra es sustancia y alimento de la comunicación. Consciencia de comunión, que a intervalos, forma redes de intencionalidad, para adquirir categoría propia, fuera de las ideas de los especialistas y académicos, a los que se les hace casi imposible el hecho de sembrar y sólo sirven de recolectores, para luego normar, o sea, apodar lo que el pueblo o los pueblos, con natural sabiduría, sabiamente han nombrado.

Con la aparición, en 1882 de El Ismaelillo, del cubano José Martí, Sudamérica alza su voz, para mostrar su presencia en el concierto de la Lengua Española en los escritores americanos. El Modernismo, que no significó sólo un movimiento literario en América, abrió nuevos horizontes a la imaginación y al cultivo de las artes, la política, el periodismo, la ciencia y la filosofía, pero, sobre todo, a la poesía. Martí se desmarcó, del verso “retórico y ornado” y del discurso abocado siempre al español tradicional llevado desde la Península Ibérica hasta el nuevo continente por los conquistadores, pero manteniendo siempre la base fundamental de la Lengua Española.




Nuevos giros, ecos, formas, espíritu, y aliento, conformaron redes de identidad americana que hasta entonces otros escritores no habían logrado. Martí era un genio y, sus genialidades, contagiaron al continente: alzando a los vencidos, animando a los cansados, indicando que “ya no podemos ser el pueblo de hojas que vive en el aire”. O postulando como hizo en su libro Nuestra América, que “la palabra de orden es crear”.

El Español de América, no significó la anulación del español de España, sino su refundación, como he dicho; al tronco viejo les salieron nuevas y poderosas ramas y estas echaron mejores y sazonados frutos; lo enriquecieron. El exuberante paisaje americano, la fuerza de sus huracanes, el rico y enorme reservorio cultural que dejan ver sus ruinas, no podían ser cantados, nombrados, significados o enaltecidos en los anales de la historia, con las mismas voces o vocablos, que habían provocado su caída o desaparición. Se hacía necesario instrumentalizar nuevos canales o ideas para narrar y poetizar la dimensión del desastre y el reencuentro.

Los escritores de Nuestra América: Sarmiento, Bello, Martí, Darío, Neruda, Borges, García Márquez, Lezama Lima, Alejo Carpentier, y una lista infinita de grandes hombres, han hecho que la Lengua Español salga de sus estrechos márgenes peninsulares a cabalgar, junto con el Quijote, por muchas tierras del mundo.

Con la entrada a la escena global, la lengua española ha realizado un proceso migratorio inverso. Ya a finales del siglo XIX y principios del XX, el poeta nicaragüense, Rubén Darío, había hecho algo parecido, es decir, trasladarse desde América del Sur, hasta la Península Ibérica, para fundirse desde su misma base, con el aporte de nuevas palabras y modismos, a la lengua común progenitora. Y hoy, en casi todos los pueblos y ciudades de España, una misma cosa u objeto puede tener diversos nombres, pero todos significan lo mismo. Naturalmente no entramos a analizar todo lo que implica o lo que tienen de significados, las expresiones traídas por otros grupos migratorios provenientes, por ejemplo: de los países del Magreb, Asia, Oriente Medio, Europa del Este o África continental.
Pues, estas nuevas comunidades hispanos-parlantes, que indudablemente aportan también nuevos elementos a la lengua autóctona, lo que hacen, más bien, es aprehender y asimilar los aportes que se van produciendo en la fusión con lo recién llegados de Nuestra América.

Es sintomático, por ejemplo, como en algunas partes, se produce una especie de intercambio fónico y en algunos hablantes, el sonido de la s, muy pronunciada en Sudamérica, pasa a ocupar el lugar de la z española y el lo/s por le/s creando una rítmica interna en la fonética que enriquecen profundamente las expresiones en una y otra zona o región; de una u otra orilla del Atlántico. O también dándoles más, en algunos casos, o menos velocidad al discurso hablado. Por ejemplo, los colombianos de Cartagena, los argentinos de Buenos Aire, los sudamericanos de las regiones andinas, los cubanos de Holguín y Bayamo, de hablar lento y pausado, con los habaneros, dominicanos y portorriqueños, de hablar rápido y estruendoso, como los sevillanos. En otro caso el uso del pleonasmo o el redundar en palabras, doblando la acción de las mismas, como es el caso del, sal para fuera o entra para dentro, tan al uso en España, por la expresión correcta de sal o entra, sin más añadiduras. O al dar las gracias decir de nada, en vez de por nada y cosas así que harían una lista interminable.

El español de América aunque tiene ya más de medio siglo, cuestión esta que no es demasiado para le evolución de una lengua, que además, fue impuesta por la fuerza sobre otras lenguas, alrededor de 410 que existían en el continente a la llegada de los conquistares, está poblado de vocablos y expresiones de las actuales y antiguas lenguas que se hablan y las que se siguen hablando en la región, como es el Náhuatl, quechua, Arahuaco, inca, quiché, taíno, rama, sumo, guaraní, maya, tairona, mapuche etc., esa rica suma fonética y morfológica, muchas veces se escapa de los círculos intelectuales, de las páginas de los diccionarios y las enciclopedias y forma un nuevo cosmos de expresiones e ideas a fines, en consonancia con las necesidades, o realidades de los ciudadanos recién llegados a la Península, y una vez se instalan aquí ponen en marcha: en revistas, periódicos, comercios, discotecas, centros de trabajo o en el habla común de la calle.

La lengua no es patrimonio de nadie más que de los pueblos que la crean y la emplean en sus quehaceres cotidianos, como vehículo o medio de comunicación. Cuanto más ingeniosos sean los pueblos, más rica será su lengua; pues, ella tiene un infinito abanico de posibilidades en el terreno de la comunicación, que en redes crean y dan sentidos a las cosas que expresamos.

Antes, cuando no existía una gran comunidad de sudamericanos en España, no obstante hablar una misma lengua, era más incómoda y retraída la comunicación entre uno y otro lado del océano, al no saberse bien qué se quería expresar con ciertos vocablos, que a lo mejor ya estaban en desusos en la Península, o algunos patronímicos que entonces nos parecían exóticos. Ahora por el uso y la cercana relación que tenemos con ellos, nos parecen algo normal. Así de caprichoso es el lenguaje, sobre todo, cuando se le abre la puerta al entendimiento siempre busca asiento donde acomodarse sin perturbar, porque su función, al estar construida en redes intencionales, es integrarse, en vez de dispersarse en campos; áreas a veces imposibles de focalizar; porque el habla es un fenómeno interno de base colectiva. Es decir, está en función de uno y todos los individuos que conforman la comunidad parlante.

Esto hoy es entendible, si nos retrotraemos en el tiempo y vamos a las fuentes que los padres iniciadores hicieron para nosotros: Saussere abre el camino, S. Karcevskij, Roman Jakobon, Trubetzky, Martinet, Viggo Brödal, Hjelmslev, Leonard Bloomfield, Noam Chomsky, Bajtin, Roland Barthes, Fritz Mauthner, y una espléndida nómina de autores, que entendiendo y queriendo hacer más entendible aún el proceso de la lengua, fueron aportando su granito de arena, para que el hombre, único ser, hasta hoy, en los mundos conocidos que usa de la palabra, pueda seguir comunicado y comunicándose, para hacer que las cosas sean más entendibles o comprensibles, en este plano de la existencia terrenal.

Más allá de toda norma o fórmula, lo esencial es que el mensaje llegue nítido e ininterrumpido por las vías o canales que se trasmita, para llevar la expresión de los pueblos. La voz del hombre no tiene par, porque en ella habla lo humano. Discurre en la voz del tiempo, que es donde habita lo perdurable, y, sólo los que saben oír pueden escucharla.
Por eso hoy la Lengua Española es cada vez más rica: se alimenta, bebe y respira, de igual a igual, la rica sabia de dos continentes, asume y hace suyos, los aportes que les traen otros pueblos.



Ogsmande Lescayllers.


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