miércoles, 23 de junio de 2010

FOTOS Y TEXTOS DE OGSMANDE LESCAYLLERS, ARTÍCULO TOMADO DE "EL XORNAL DE GALICIA".






















CUBA: LA ESENCIA DE LA TIERRA.
Por: Ogsmande Lescayllers.
“De altar se ha de tomar la patria y no de pedestal para erigirse sobre ella”. Dijo José Martí, el hombre de la Edad de Oro.

A los que, por una u otra circunstancia nos ha tocado vivir fuera o lejos de la patria que nos vio nacer, si retornamos a ella sentimos en nuestra mente el peso de las voces y la fuga de un tiempo que ya no volverá. A partir de entonces hay que reencontrarse con uno mismo y con los demás, porque es muy importante para todos, no sentirnos excluidos ni exiliados de uno mismo.

Podemos o no, los unos y los otros, los de adentro y afuera, tener o no razón en cuanto a las ideas o ideales que cada cual profesa. Para mí, desde siempre, lo que importa es la patria. En mi acción por identificarme con ella o defenderla, radica mi soberanía. Soberanía es derecho; razón más que suficiente para sentirnos comprometidos a evitar con nuestra acción cívica y democratizante, que la patria enferme, viva y muera, sin que seamos capaces de curar sus males.

Los enfrentamientos, padres e hijos de la violencia jamás nos conducirán a un buen puerto, porque las piedras nunca dejaran el camino expedito al libre tránsito de las cosas. “Trincheras de ideas pueden más que trincheras de piedras”. Nuestra acción consciente, en todo momento ha de hacerse con arreglo a la lógica y a la razón, porque la fuerza no es el modo de erigirnos en hombres civilizados, sino, y eso sin mucho andar, en bestias de cargas.

Pienso que Cuba nos duele a todos y, lo que pasa allí tiene y debe ser siempre, si realmente queremos resolver el conflicto que nos separa, un asunto de todos los cubanos.

La mano o la idea externa pueden ayudar, por ende, no deben ser rechazas, sino puestas en la suma de nuestros intereses y en las cosas grandes, útiles y provechosas que debemos hacer.

Un arreglo civilizado siempre es el resultado más oportuno para los que desean justicia, libertad, derecho, democracia o amor, la fina tela que se teje con la lana gruesa, jamás deja de ser de lana, sencillamente su grosor es distinto.

Los que vemos o sentimos desde afuera las cosas que están ocurriendo adentro, no tenemos por qué ser amigos o enemigos, de los que, desde adentro, o viceversa, llevan sus modas y sus modos. Lo cierto es que, como tenemos una patria compartida, tan de ellos como nuestra, tenemos derecho a criticar, sin zaherir a nadie, sobre todo, cuando lo que se quiere, pensamos nosotros, y es lo que necesita la nación, hacer juicios de valores.

Cuba es un paraíso verde, aunque algunos la ven, quizás por sus miopías o falta de visión, como un desierto. Pero en honor a la verdad, cada uno ve lo que ve y siente lo que siente, suponemos que tendrán o no sus razones para ello.

Hablo de Cuba, mi patria, “la tierra más fermosa que ojos humanos hayan visto”, al decir del gran navegante genovés, Cristóbal Colón.

Hablo de la patria de todos los nacidos en Cuba, estén adentro o afuera, por que la patria no es un pedestal sino el altar de todos. Y, a ese altar debiéramos ir y estar todos, sin distinción, a la hora de orar o defenderlo. Defenderlo con ideas nobles hijas del corazón. Con palabras limpias hijas de la fertilidad transparente de la imaginación, sin el más mínimo signo de engaño, apropiación o tozudez, porque la voz de un hombre, o un grupo de ellos, jamás puede ser más limpia que la voz de un pueblo.

Yo quiero, a todos los nacidos en Cuba llamarles hermanos; no obstante conocer la leyenda de Caín y Abel. Creo que nosotros, los cubanos, hombres civilizados, estamos y debemos estar por encima de esas miserias humanas y vivir con arreglo a nuestros tiempos, en la idea de la fraternidad, el respeto mutuo y el encuentro.

Sabemos que no es fácil luchar contra molinos de viento, como tampoco se le hace fácil al viento derribar los molinos. Mejor es ir sin iras hacia las cosas. Mejor será, para la patria, acariciarla que empujarla, construirla que destruirla.

Hasta que Cuba no sea un sueño compartido por todos los cubanos; hasta que todos los cubanos no dejemos a un lado nuestros odios y miedos y, nos sintamos servidores y no apoderados. Hasta que no olvidemos, unos y otros, que la patria es un altar y no un pedestal para erigirnos sobre ella en amos y señores, hasta entonces y no antes, no veremos ni sentiremos que existen días y noches y que el único y verdadero sacrificio que tenemos que hacer para unirnos, es entender y comprender nuestras diferencias, porque para bien o para mal, cada palmo de la tierra que nos vio nacer, como nosotros, los nacidos allí, también tiene sus contrastes. Sin embargo, ella nos da, sin guerrear con nadie, un espacio de vida, identidad, sustento y alimento.

POEMAS DE AMOR. TEXTOS Y FOTOS DE OGSMANDE LESCAYLLERS, DEL LIBRO "LA ESENCIA DE LA TIERRA"






















DESEOS.
Para Blanca Acuña Chávez.
Yo quiero que tú aprendas
A escribir en las aguas los nombres tuyo y mío.
Y que cuando las olas arrecien sobre el puerto
Nuestros nombres se queden grabados en la arena.

TÚ Y YO: NOSOTROS.
Nadie va a separarnos;
Sólo Dios y Él no quiere.
Aquí estamos danzando en este puente
Que es un punto de encuentro,
Que el milagro,
Sostiene entre tú y yo
Y, desde arriba,
Nuestros pies buscan tierra
Y se acarician,
Con tanta melodía como la brisa.

Nada va a separarnos;
Nadie puede
Destejer este nudo misterioso
Que surgió del concierto de tus ojos,
Del dictamen dorado de tus labios
Y el asombro estelar de mis palabras.

Este amor llegó un día a nosotros;
Se hizo camino y sol,
Sol y camino;
Metáfora de sangre y sentimientos,
Estala de deseos,
Lumbre y ternura.
Por eso estamos aquí,
Desde ese instante,
Atados como un soplo
En la esperanza.

SIENTO.
Siento el ruido del mar,
Las golondrinas que cercenan el aire.
El hondo escalofrío de la puerta
Cuando llego a la casa y no te encuentro.

Siento ganas de asirme,
De envolverme
En el magro celaje de la noche,
Con vientos de galernas y epicentro
En medio de mi pecho emocionado.

Siento venir la nada y refugiarme
Bajo la lana fría de mi almohada,
Sacar las mantas y salir volando
Hacia ti, si es posible,
No importa cuan remoto te encontraras.

Siento los almanaques y las flores,
El tiritar del aire en mi ventana,
El filo de la luz cayendo en puntas,
O la quiebra indecisa de las aguas,
Matrimoniadas con mis pensamientos,
En un patio lejano de mi infancia.

Siento y presiento tu nombre en la madera.
Las termitas mordiendo las paredes.
El arco iris asunto a mis preguntas
Como si el pensamiento me arrastrara,
A mi ciudad natal donde me aguardas,
Con un arco de luz en la mirada.

Siento el remo fecundo de la brisa
Golpearme despacito los instintos.
La melodía de los singladotes;
La pestaña del juez, dictaminando,
A qué altura del yo van mis preguntas.

Siento que ella me falta y que la sueño
En todos los instantes y a esta hora,
Cuando allá dan las doces de la noche
Y aquí tocan las seis de la mañana.

Siento y me reconforta despertarme
Con ella en el recuerdo, como un salmo.

YO QUIERO QUE TÚ SEAS.

Tengo un fardo de vida en mi costado izquierdo.
Y siento como llegan las voces del planeta
Las luces de la tarde se anuncian como ráfagas
Cuando en fuga hacia el alba intento acariciarte.

Por más que intento ser,
Todas las religiones me parecen un parche,
Por más que me confirmo en mis feas creencias
Hablo de dios y exijo más bondad a los hombres.

El amor tuyo y mío es un amor de esencias,
Perdurable en invierno en otoño y verano.
La primavera existe porque tú y yo existimos,
Nuestra vida es signo de luz sobre la tierra.

Yo quiero que tú seas manantial en mi boca.
Agua fresca en mis labios,
Canción en mi garganta,
Música en mis oídos,
Horizonte en mis ojos,
Reposo en mi cansancio,
Lírica en mi guitarra
O un corazón sin fondo
Que lata junto al mío
Y que el amor nos sirva
De nido, cama y casa.

Yo seré para ti todas esas razones
Y si faltara alguna yo la pondría en tu almohada
Y sería tu perfume,
La horquilla de tu pelo,
El creyón de tus labios,
Tu libertad de tu alma;
Yo te haré tan del mundo
Que sólo tú y la noche,
Tendrán como aposento las luces del planeta.

APARICIÓN.

Hoy, sin imaginarlo te encontré en el espejo.
Tu postura desnuda desafeo mis instintos
Y yo salí corriendo como un apóstol virgen,
A tragarme el deseo que me ofrecías.

Fui hacia ti sin pensar,
Besé tu boca,
Juntos nos sumergimos en la vida,
Hasta quemar los lienzos de la noche
En la fértil alfombra de tu vientre.

Tus ojos verdes aún me están mirando.
Están de primavera todo el día
Y de noche son luces de luciérnagas
Que navegan conmigo hacia la vida.

Ya allí no está el espejo,
Ni nosotros;
Pero en todas las partes de la casa,
Tu rostro está grabado en las paredes.
HOY ME FALTAS.
Este inventario,
Donde sólo es posible hallar tu nombre
Ajeno a quien lo escriba o lo pronuncie.
Ajena a los deseos, la ortografía
Se cuela entre los dos, como una pira,
Prisionera en el tacto de mis dedos.

Al derivar al centro, mis preguntas,
Fúlgidas se me van como un relámpago
A enterrarse en el centro de mi pecho;
Pero después nos llegan las caricias
Que vienen desde ti, como espirales,
A interrogar las horas del encuentro
En un cardumen de ramas adventicias.

Pliso y deslizo mi voz por la pendiente
Y por tu vientre subo hasta la vida,
Para entrar en tus labios gratinados,
Frutal como la cúspide de un sueño.

Nada es ajeno hoy, cuando me faltas.
Aprendimos a amarnos en silencio,
A cubrir y encubrir nuestros deseos,
Cuando la manga del tiempo nos llevaba
Sobre un marcado pliego de palabras.

Hoy me faltas,
Lo sé,
Pero eres mía,
Y aunque me estás faltando tu presencia,
Tu cuerpo se me anuncia en el recuerdo,
Cuando tus labios y tus senos cantan
Y toda tú, eres un sol en mis sentidos,
Materialmente anclada en mis deseos.

AMOR SIN TIEMPO.

Neurálgico al voltearme,
Vuelvo al centro,
Matemáticamente enamorado,
Sin otro apelativo
Que su boca,
Sus ojos, sus palabras
Y otros puertos,
Que no quiero nombrar
Porque son míos.

Sólo ella y yo, sabemos el misterio
Que un día incubé en un sueño,
Y,
Mucho tiempo después,
Me encontré sumergido en el milagro.

Dragué su fértil vientre,
Acaricié sus senos,
Aligeré mi carga entre sus piernas,
liberé mis deseos,
Hasta perderme,
En un suave concierto de preguntas.

Bajo los mangos del patio de mi casa,
O allá, sobre un balcón,
En la cascada,
Donde legamos nuestro amor al tiempo,
El tiempo nos legó sus manos, Blanca,
Como la espuma que el mar pone en la orilla,
Para rodear la arena de caricias.

Ahora esa inicial se me hace un verso,
Un mapa de deseos,
Un sueño largo,
Como el día incidental que nos amamos,
Que no tuvo final
Sino comienzo,
Del todo, y en los dos,
Que está empezando,
En cada instante de nuestro amor sin tiempo.