METACATARSIS.
Libertad es el derecho que todo hombre tiene,
De pensar y hablar sin hipocresía.
José Martí.
Si se rompiera la roca
Como se rompe el día a la caída tarde.
En verdad,
Todo es un mismo sueño que se divide en varios
Y se repite una y otra vez.
Y se hace una y otra vez,
Hasta alcanzar la cima,
Justo,
Donde comienza o termina la pendiente.
Todo es arriba, necesariamente.
Así se nos ha dicho.
La ganga no es estar aquí o allá.
Subir como los dioses,
Hasta la cresta de la montaña.
Se dice esto o aquello.
Que si es mejor, ser de este o de este otro modo.
Pero nadie se quiso pronunciar en contra ni a favor;
Porque siempre está ahí,
El camarada miedo,
Centinela y juez de nuestros actos.
Sería mejor no estar aquí.
Algunos van de espaldas.
Quieren saber si alguien les persigue.
Si tras ellos el sol ha dejado de brillar,
O si sobre el camino sólo quedan estrellas.
Millones y millones de fugaces estrellas,
Cuya luz nadie quiere,
Porque no ofrece el calor que necesita.
Habría que adivinar, como en los sueños.
No tomar las barajas para apostar de nuevo,
Sino mostrarte tal y como eres.
Y que esas palabras inventadas,
Nada tengan que ver con esta historia.
Habría que renunciar,
Como hacen los valientes.
Pero apenas si hallas un valiente entre tantos millones.
Y cuando alguien viene
Destinado a cambiar el ciclo de las cosas,
Que están puestas al revés en este mundo,
Los cobardes lo matan por la espalda.
Luego dice la prensa que le ajustaron cuentas.
Que según se comenta en el barrio,
Se reunía con gentes misteriosas.
¡Que vaya usted a saber quién era el tipo!
Y que seguramente por eso le mataron.
Pero resulta que en el barrio nadie sabe quien es
Y jamás le habían visto.
Porque un valiente no anda todo el día
Alardeando en la calle.
En estos tiempos, cuando las líneas se cruzan
Y son interceptadas por los comandos,
Todo está al desnudo
Y nadie sabe nada,
Suele que te vigilen insistentemente.
Incluso,
Amigos y parientes
Con los que compartes tenedores.
Te observan minuciosamente sin que imagines
Que te siguen los pasos
Y que saben de ti más que tú mismo.
Que ayer, cuando fueron al bar,
Grabaron, sin que te dieras cuenta,
Todos tus movimientos,
Tus palabras; todos y cada uno de tus actos
Que demuestran que eres subversivo;
Un enemigo peligroso de los poderes públicos.
Y esas palabras que crees inofensivas,
Pueden producir una alarma social
Que hará temblar la tierra;
Remover los cimientos,
De un mundo que empezó por abajo,
Y poco a poco,
Ha ido subiendo hasta la cima,
O hasta ese punto donde todo termina.
Todos los días, cuando abres los ojos,
Hay un nuevo comienzo.
Hay que aprender y comprender,
Que las cosas no son como uno quiere.
Que desde todos los puntos hay ojos que te miran,
Oídos que te oyen, máquinas que te graban;
Ojos que acechan,
Hasta en la oscuridad tus movimientos.
Y tú despreocupado,
Ajeno a lo que está ocurriendo a tu alrededor.
Y hasta en tu propio entorno;
Sobre la almohada,
Donde todas las noches pones la cabeza
Pensando que estás a buen recaudo.
Pero no es así:
En los archivos de las transnacionales,
El centro de trabajo,
El banco donde guardas tus ahorros,
En el bar de la esquina,
O en el supermercado donde haces la compra,
En la aseguradora de tu coche,
El centro médico, donde supones,
Tiene una historia clínica para saber tu estado de salud;
En todos esos sitios eres un número,
Un animal marcado con código de barra,
Que al menor movimiento te harán sonar
Y serás conducido por las fuerzas del orden,
Para que declares tu soltería o tu viudez, como Dios manda.
Así es el juego en este laberinto.
Sacas un dedo y te lo cortan.
Si la mano, también te la cercenan.
Y, por favor, no vayas a decir ni una palabra...
Porque hablar es pecado de lesa humanidad
Y todo lo que digas o comentes,
Puede ir en tu contra.
Lo mejor es orar, sin despegar los labios;
Sin alzar la mirada,
Para que nadie entienda ni sepa lo que dices.
Que el milagro no es tal;
Y mucho menos,
Hacer pompas de miel, o canciones románticas,
Mientras repican las armas en Oriente.
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