sábado, 21 de marzo de 2009

Texto del libro "Los poemas de las sombras", de Ogsmande Lescayllers.


YO NO SOY OTRA COSA.

Para Orestes Adán, in memoria.

Yo no soy otra cosa más que la poesía.
Soy eso simplemente y no lo niego.
Soy la Palabra, envuelto en la Palabra.
Me anuncio a través del tiempo
Con todas las sílabas posibles;
Los tonos y las voces,
Las inflexiones de la lengua
Forman una espiral
Que se abre y se rompe en el gris de los vértigos,
En la curvatura de la puerta
O en el tránsito aéreo de los ecos.
Vengo dispuesto a alcanzar desde abajo,
Las líneas, las fronteras, los puntos cardinales.
Soy el barro.
La arcilla con la que se hizo el hombre,
La juntura que le sirve de cierre
A los altos muros piramidales
Y la estación de lluvia que va de abril a mayo,
Emparrando la noche y el camino.
Convierto el agua en nubes;
Las preguntas en truenos y relámpagos.
Hago fosforescente esta caña de pan,
Estas moscas azules que platican conmigo
Y me ofrecen rarísimos morfemas.

Vivo en un mar de dudas.
Una ciudad gaseosa habitada de muertos
Que los cartógrafos no fijan en los mapas.
Vivo en un mar lleno de barcos y fantasmas;
Porque los hombres fusilan la ternura.

Yo no soy otra cosa,
Eso lo saben el viento y las guitarras,
Los truenos y las claves,
Los astros y las piedras
Que han conjurado el dictamen de mi boca.

Escapo de estas lágrimas,
De estas cavernas en penas.
Me largo de este mundo en un acorazado
Donde las olas y los truenos se barruntan
Y vuelvo a salir como una espiga,
Como un altar que laza sus alfiles
Y sus bombillas de armazón roja y negra.


Mi paz va a reanimarse en los brazos del viento,
Con los tejidos de la sangre,
Con la llovizna de los ojos de Dios;
Con la luz de mis huesos mi paz será encendida.
Caminaré descalzo por el camino de los peregrinos
Y dejaré mi nombre en la llanura,
En las aguas aureales del Bayamo:
En sus laderas fértiles
Que me vieron crecer hecho sueño y palabras,
Canción y libertad,
Brisas e incendios;
Galopando desnudo por los campos
Con la luz matricial de los emancipados.

Cuento de arriba abajo.
Saco tu nombre por los cuatro costados.
Vivo en el fuste,
En la espina dorsal de mis ideas.

Al romperse el silencio todo será posible.
Todo será posible cuando estas comisiones
Que anuncian mis palabras enciendan sus fogatas
Y el humo de los tiempos caiga sobre nosotros.
La noche cantará, y con ella los pájaros.
Las estrellas festejarán también
Y las piedras se juntarán para irse a bailar
Donde la orquesta de mis labios las convide.

Los libros, cuando me ven pasar,
Abren sus puertas colegiales para que yo penetre;
Ellos son como duendes,
En la punta encendida de mi lengua.

El comienzo y el fin nacen en mi garganta,
Pero reciben órdenes desde la caja de mi pecho.
Ese gran continente donde guardo todos los secretos,
Todas las voces y las cicatrices de los tiempos.

Mi cuerpo es un erial:
Una montaña con doce cumbres vírgenes,
Una casa cubierta de magnolias,
De campanillas y tusílagos;
Con siete minaretes custodiados por ríos emisarios.
Desde allá adentro, se afluenta la poesía,
Se desgaja por todos los rincones de la tierra,
Se arropa entre las nubes
Y se sienta en el cielo e indica a los doctores
Como se escribe un salmo.

Eso soy yo,
Un universo que camina y canta.
Una ola en pleamar
Que atraviesa el peñasco de la costa
Y mueve los océanos,
Las grandes cordilleras
Y puede confinarse hasta los brotes microscópicos
Y convertirse en polen,
O en una simple semilla migratoria.

Eso soy,
Un pedacito de ternura en la escama de un pez,
Pero puedo viajar hasta los continentes
Para llevar mi identidad a cualquier parte.
Así son los mandatos de la poesía,
La masa subterránea del poema,
El corazón de los ejércitos:
Sus armas y uniformes,
Todos y cada uno de sus nombres
Atados a estos cantos,
Saliendo de sus compuertas,
De sus redes elásticas,
Saliendo desde el fondo,
Como si fuera la lava de un volcán.

El mar lanza sus piernas sobre las horas tristes.
Son hombres de montañas los que vienen con él,
A montar sus covachas,
En cualquier dirección del planisferio.
Por ahí van incendiario las llanuras,
Las verdes plantaciones de la cuenca del Cauto,
Los altos picos de la Sierra Maestra;
Los que desaparecen en el Golfo de México.

Aquel día era viernes.
Mi madre hacía sus preparados de Semana Santa.
Armaba cruces a la entrada de la puerta.
Yo iba al campo a recoger naranjas,
A zambullirme en los charcos más profundos.

Esas aguas y yo,
Éramos un ejército de tunantes.
Cantábamos un himno;
Todo mi corazón era un poema,
En él estaba el hombre,
Los hechos de 1604 que cantara Silvestre de Balboa.
Mis dedos eran cuerdas:
Yo era el dueño de la más bella sinfonía del mundo
Y el amor y la luz, se apelmazaron en mis labios.

De un lado las ideas.
Al centro del carril, iban los sueños.
Entre dos horizontes, la esperanza;
El hombre hecho maíz,
Para que no faltara alimento en la tierra.

Mi abuelo decía estas palabras:
“El pueblo más feliz,
Es el que tiene muchos poetas y pocos generales”.
Los poetas no necesitan armas ni caballos,
Uniformes ni ejércitos.
La lluvia y los jardines son sus armas,
Saben curar los males;
Alimentan la vida,
No odian ni maldicen.
Viven de las censuras que los agentes
Fabrican contra ellos.
Yo no soy otra cosa,
Y guardaré el misterio,
Hasta que despierten las estrellas.


Texto: Ogsmande Lescayllers.

jueves, 19 de marzo de 2009

Tomado de Xornal.com.

Ogsmande Lescayllers.
Escritor e xornalista.

CUBA Y LOS EE.UU



En la vida es importante saber sacar cuentas, porque como decía el poeta, "el tiempo vuela". Quien no sabe sacar cuentas pierde la noción del tiempo y no se entera de lo ganado o lo perdido durante cierto y determinado período donde las cuentas han ido creciendo o disminuyendo, hasta llegar a un punto en el que pueden desbordarse o disminuirse hasta extinguirse absolutamente todo.
En política, además de saber contar, es muy importante conocer los tiempos, porque salvo algunos casos de rara o sospechosa cohabitación en y con el poder, lo lógico es que no se gobierne para siempre.
Una empresa bien llevada es aquella que produce beneficios y donde todos o casi todos sus empleados se sienten cómodos con las tareas o labores que se acometen. Pero cuando por un largo período de tiempo todo ha fracasado, y las tareas acometidas lo único que han hecho es crear disgustos, terribles discrepancias, daños a terceros y todo el capital invertido se ha ido a bolina, creemos que sólo un necio insistirá en mantener algo similar o parecido.
Algo semejante a lo anteriormente descrito ocurre con el famoso "Embargo Económico" unilateral impuesto por los Estados Unidos de Norteamérica, el país más poderoso de la tierra, contra el pueblo cubano, una nación pequeña, empobrecida, diezmada y hambrienta por siglos de historias y corrupción, subdesarrollo y dictaduras. Sin embargo, Cuba y su pueblo han sabido afrontar con gallardía el horror impuesto por el "enemigo imperialista" y, desde 1962 hasta la fecha está firme y decidida. No transige ni se arredra. El embargo sólo sirve para alimentar el espíritu patriótico, por un lado, y el patriotero por otro, de quienes todo lo que ocurre en la isla, con razón o sin ella, se lo endosan al fantasma del "embargo económico".
En Cuba y en muchas partes del mundo nadie está de acuerdo con esa medida como medio de presión, que según el Pentágono y lo círculos de poder en los Estado Unidos, se ha tomado presumiblemente para que Castro desista y haga cambios democráticos, y/o abandone el poder que ostenta desde hace 50 años agobiado por la escasees y las estrecheces económicas de los cubanos. Olvidan que Castro es el poder, no el pueblo, que es en definitiva, el afectado por cualquier medida de presión contra la isla. Porque no se puede perder de vista que en Cuba lo que hay es una dictadura y no un gobierno democrático, donde los horizontes tienen otras tonalidades.
Asfixiar económicamente a un pequeño país como es Cuba, por una potencia mundial, o por cualquier otro organismo o institución internacional, nos parece que es inhumano e inmoral. Nadie tiene el derecho, por más poderoso que este sea, para obligarles y condenar a un pueblos a sufrir hambre e inanición para que desista de un ideal, sobre todo cuando esas medidas van directamente en contra de los ciudadanos que nada tienen que ver con tales asuntos y que están ajenos a los intereses de los que ejercen el poder en una u otra dirección.
Un diálogo entre la Casa Blanca y La Habana, necesariamente tiene que basarse en el respeto mutuo, teniendo en cuenta cuáles son los intereses de cada uno y sabiendo, que sobre la base de la fuerza, no se sacará nada de ninguna de las dos partes. Tiene que existir voluntad de acuerdos, deseos de cambio y búsqueda de soluciones, porque de lo contrario siempre estaremos en las mismas. Sabemos cuales son las cosas que nos separan, ahora lo que interesa es encontrar los puntos de unión y entendimientos.
Las actuales medidas tomada por Obama son débiles y sumamente frágiles, aunque no es menos cierto, que abren una pequeña ventana hacia la esperanza. Ahora falta saber de qué modo las toma el gobierno de la isla. Porque imaginamos que empezarán por decir quiénes pueden o no visitar el país, como si la nación cubana fuera su coto personal.
También algunas empresas podrán vender alimentos y medicinas sin las restricciones que pesaban sobre ellas, impuestas por el gobierno de George Bush, pero que el embargo seguirá como medida de presión. Desde luego, ni qué decir si la cuestión es así, el gobierno norteamericano seguirá cometiendo la misma estupidez de siempre e incluso, el error ahora será todavía mayor, pues no se pues de sostener lo insostenible, sólo con el pretexto de presionar a alguien que jamás se ha sentido presionado.
El gobierno de las isla, según manifestó su presidente Raúl Castro en el "50 Aniversario de la Revolución", está dispuesto y preparado para estar ahí 50 años más. Desde luego, el asunto no es digno de comentario, porque sería darle importancia a una estupidez. Ya no un tonto, sino alguien sin cerebro es capaz de decir semejante cosa, pero bueno, algunos no hacen más que soñar con fantasmas, porque ignoran que el cambio es lo único perdurable.
Obama no debe de peder de vista a Cuba y al pueblo cubano, por dos razones: allí está Guantánamo, un territorio cubano convertido en cárcel de detención ilegal y en campo de torturas de los Estados Unidos, un país que dice defender los derechos humanos y respetar el imperio de la ley y, por otro lado, allí existe una nación privada de democracia y libertad, donde no se respetan los derechos del hombre y que ha permanecido por más de 50 años, aherrojada bajo los designios de una dictadura.
Texto: Ogsmande Lescayllers.

Texto tomado de Xornal.com publicado e 18.03.2009



Jueves, 19 de marzo de 2009 - 12:06 h
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Ogsmande Lescayllers.

Escritor e xornalista
2009-03-18 21:28:26




América despierta



Nuestra América despierta inclinada hacia la izquierda. El sol, que hasta entonces caída en perpendicular, ahora caerá en vertical sobre nuestro sufrido continente. Lo que se abre no es un nuevo camino, sino un horizonte de luz y de esperanza. "Ha llegado la hora de América y debemos de marchar unidos, como la plata en la raíces de los Andes", apuntó José Martí.



Con la unidad de los pueblos de América, llegará la libertad y la paz para todo el continente. La democracia ha de ser el nuevo lenguaje de todas las naciones y las acciones encaminadas a liberar a un continente que lleva más de 5 siglos padeciendo los males del caciquismo, el intervencionismo y la violencia, sumido en la más absoluta ignorancia, heredada de la colonia y la posterior hegemonía de los Estados Unidos de Norteamérica, que siempre ha considerado su traspatio a los países del sur de las tierras Amerindias.



Los trogloditas de siempre, a la diestra y a la siniestra del cuerpo de la politiquería, buscan a toda costa desnaturalizar la realidad que hoy viven nuestros pueblos. Azuzan el fantasma del presidente venezolano Hugo Chávez, como uno de los peores males que se pueda cernir sobre la humanidad y la amenaza del comunismo impulsado en su día, por Fidel Castro, hoy por hoy, "un cadáver político que todavía respira".



Lo que ha despertado en América es la democracia. Era lo que se pedía, ¿sí, o no? Naturalmente, la derecha más cavernícola, creída e ignorante, piensa que la democracia sólo existe cuando el triunfo es de ellos y para ellos. Nada más lejos de la verdad.



Hay que dejar bien claro, y que lo sepan de una vez por todas los ideólogos y demagogos de la derecha, que Fidel Castro nunca fue comunista y mucho menos la dictadura que regentó durante 50 años. Que ni Hugo Chávez Frías, Luis Ignacio Lula Da Silva, Daniel Ortega o Rafael Correa, tampoco lo son, se les puede acusar de cualquier otra cosa, pero no de ser comunistas, porque entonces están espantando un fantasma que no existe y el pueblo, que no es tan ignorante como algunos piensan, inmediatamente se da cuenta que lo que pretenden es atemorizarlo, manipularlo y utilizarlo con fines partidistas. Todas estas figuras que dominan el actual escenario político de la región, exceptuando a Castro, han llegado al gobierno de sus países a través de las urnas, bajo la presión de unas campañas demoledoras contra ellos, orquestadas por la CIA, la burguesía y la iglesia católica, que en vez de dedicarse a promover la fe y la hermandad, cambia la cruz por la espada y se lanza al ruedo de la política como un animal salvaje.



Cuando en Europa, África, Medio Oriente o cualquier parte del mundo, es elegido un presidente, ya sea de izquierda o derecha, los gobernantes de los países de Nuestra América, salvo escasas excepciones, hacen algún comentario contrario a la realidad que viva esa nación; lo que quiere decir, que por lo general, esta gente aceptan respetuosamente el mandato de las urnas. Pero en Europa y, sobre todo, la prensa amarilla, creyéndose portadoras y salvadoras de la verdad; sabiendo o sin saber, de inmediato se lanzan acusadoramente contra quien sea, buscando símiles o parecidos con alguien y, ese alguien, siempre será lo que ellos consideren lo peor de lo peor. Desde nuestro punto de vista, todo eso no es más que pura demagogia.



Hay que dejar a los pueblos que decidan en libertad, para que la libertad sea el objeto de culto de los pueblos y no el instrumento de unos pocos, que han mantenido durante siglos, la espada de Damocles colgando sobre la cabeza de los ciudadanos y las naciones.



El salvador, un pequeñísimo país de Centro América, después de muchos años de profunda inanición, entró a la lucha guerrillera, donde murieron miles de personas, luego inició su período democrático de mano de la derecha, la oligarquía y los terratenientes del país. El cambio no borró las profundas desigualdades que a lo largo de siglos de colonialismos, violencia y analfabetismo, han convertido a esa nación en un infierno. La derecha, como ha hecho en todo el continente, ha vivido de espaldas a la realidad de los ciudadanos y la pobreza se ha quintuplicado por todas partes. Quizás esas sean unas de las razones del cambio, por lo que debemos darles un voto de confianza a los nuevos actores a ver si se invierte el panorama en ese escenario.



Ahora todos los ciudadanos y naciones de Nuestra América, tienen el deber de hacer cada día más eficaz los métodos democráticos, para que, las democracias que se perfilan en el continente tengan identidad y sentido propio. Pues, no hay por qué imitar ni transpolar estructuras y sistemas ya caducos, con acciones y actuaciones que no se corresponden con nuestros idearios y naturalezas.



Sólo Cuba sigue aferrada a los viejos moldes del totalitarismo dictatorial en el que se embarcó hace 50 años ajena a los vientos de cambios y a las realidades que se están gestando, desde la Patagonia al Bravo, y en casi todo el mundo, a las puertas del siglo XXI.

Texto: Ogsmande Lescayllers.

xornal.com



jueves, 12 de marzo de 2009

Texto del libro " El shofar del viento" de Ogsmande Lescayllers.



LOS MORADORES DEL SILENCIO.

Y se juntó la tierra con el mar
Y ésta le parió un hijo varón.
Nació entre los tomillos de la huerta,
En la alcancía de un rey,
Que hizo testamento en Barcelona,
Tres días antes de ser llevado a la horca,
Por oponerse a la Santa Inquisición.

El rey estaba enfermo de amores y conjuros.
Por las noches se iba a los burdeles,
A cortejar a Concha,
La actriz de la mirada displicente,
La que después, en su versión moderna,
Vigas Luna llevara al escenario,
Desnuda de conjuro y miramientos.

Sabía que allí, entre morbo y la parodia,
Se podía repetir la misma historia;
Y así fue, pero el tinte de ahora era distinto,
Porque la bien amada era una expresión
Del noticiero de las tres de la tarde.
Y como dice el dicho: a rey muerto rey puesto.
Eso fue lo que ocurrió,
Después que una modelo,
Cansada de bregar y de exhibirse,
Sobre las pasarelas
Del viejo continente,
Intentara ser reina de los íberos.
Ahora la notición subía por Leganitos,
Entraba al caserón de los artistas,
Porque buscaba un verso emocionado,
Una loa, o un simple ditirambo zorrillesco,
Como Don Juan Tenorio, más o menos.
Después comenzó la greguería:
Los insultos, las burlas,
Cábalas, sortilegios y algún que otro sofisma,
Cosas estas que el reino dio orden de acallar.

Y pasaron los meses y los días;
Días y meses de amor,
Que echaron alas,
Hasta que engalanaron la ciudad,
Con el dinero de los contribuyentes,
Que se rascaban tiernamente el bolsillo
Al ver como volaba el cortejo nupcial.

Aquello si fue un cuento de verdad;
Un cuento para que todo el reino lo contara,
Porque es bueno que el pueblo se entere de una vez,
Que un rey y un Papa son algo parecidos,
Entre el cielo y la tierra, entre Dios y los hombres.

Y vuelvo a Vigas Luna,
Porque me encanta ver como desnuda,
A las bellas actrices del momento,
Hasta dejarnos atónitos
Al borde del deseo o el improperio.
Y pensar, que todo sucedió,
Porque la vida es magia.
Y el amor de esa gente,
Es parte de un texto contractual,
Que al menor movimiento puede poner en crisis
La marcha del Estado,
Al reino y sus demonios;
Y lo que es peor: la sociedad.

Pero la luz, es luz por que procrea;
Da hijos como frutos en la huerta.
O como las espigas del trigal,
Que se pueblan de pájaros y alondras,
De nubes, que luego se hacen agua;
Ríos y almanaques, en la estancia del hombre.

Así también los príncipes,
Hacen brotar sus vástagos.
Y forman semilleros de ascendentes,
Sin consultar con nadie,
Sin dar una disculpa.
Porque el reino es de Dios
Y dios le ha dado alas,
Para que vuelen alto,
Sobre la jerarquía del poder.

Ya he visto lo que es y lo que son;
Los contenciosos y los contenidos.
Las ecuaciones y los continentes.
El contrato social y las penurias,
De los obreros y los chabolistas,
Que alimentan diez bocas sin trabajo,
Mirando ensimismados, como crecen
Los parados del reino,
En las oficinas del INEM.

Soy consciente que hay ríos muy profundos:
En los países Árabes, en América,
En el África negra
Donde el SIDA galopa como un duende,
Y el hambre es un legado de la historia
Que potenciaron los colonialistas,
Después que les arrancaron las agallas
Al Archoztéril, al cóndor,
Al oro,
Al diamante y al petróleo,
Hasta dejar en cero,
Las últimas vituallas de los pueblos,
Que componen el sur y sus contornos.

Yo me quedo aquí arriba;
Voy de retro,
Marcando las estrellas que se fugan
Por la espalda ancilar de un agujero negro,
Bajo el reino de dios y las finanzas,
Donde a comienzos del siglo XXI,
La humanidad sigue durmiendo a piernas sueltas,
Sumergida hasta el cuello en sus costumbres.

Yo, que la estoy mirando desde aquí,
Me rasco la cabeza y me pregunto:
¿Esto es, a lo que llaman sociedad?
Texto de Ogsmande Lescayllers.

Texto del libro "El shofar del viento", de Ogsmande Lescayllers


LA BANCADA FURIOSA.

El día de los muertos,
Los creyentes van al cementerio.
Van a ver a sus muertos,
A reunirse con ellos,
Esos que dejaron un día en un hospicio,
O en una residencia al cuidado de otros,
Que perciben un sueldo miserable.

De ese modo se teje el rol del hombre;
De las buenas familias fiel a la religión,
Y a los preceptos de la iglesia católica,
Que orada cada día la dignidad humana.
Ellos, naturalmente, no están en la bancada,
No forman partes de la juerga,
Ni arbitran, ni gobiernan los nuevos moldes,
Que se erigen en forma de dictámenes,
Como garantes del orden y la paz.

Todo insumo es un trozo de metal,
De duda y sombra.
A la derecha, ruge el populacho,
A la izquierda,
Y en torno al podium,
Ladran los mercachifles,
Animando las voces del concierto.
En el estrado,
Unos dicen que sí y otros que no.
Van y vienen comiéndose la piel,
Intentan sostenerse,
Para que el pueblo entienda sus “verdades”.
El pueblo sabe más de lo que piensan ellos.
Pero en sus fantasías, confirman sus creencias,
Sus ganas y sus modos,
Para que no los echen a la hora de las urnas.
Y salen a mirarse, o a observar la balanza;
A leer el dictamen de los diarios,
Esos que testifican:
Si este es el mejor y este otro el peor,
Para seguir viviendo del sobresalto ajeno.

La bancada está llena de impostores.
No saben si reír o si llorar,
O si abstenerse,
La hora de pulsar el botón cuantitativo,
Cuando alguna locura se convierte en ley.
Pero ahí están los legos, los feriantes,
Los elegidos para representarnos,
Como si el hombre fuera tan inútil,
Que alguien tenga que decidir por él.
Esos es el parlamento:
Palabra que viene de palabra;
Pero no se oye nada,
Porque todos se insultan al unísono.
Y los deseos del pueblo se quedan en la calle;
Y como bien sabemos,
La calle es de todos
Y a la vez no es de nadie.

La bancada derecha es un nido de víboras.
Para hacer más creíble su misión,
Nadie guarda silencio.
Pero entre la bancada
Hay perros de todos los tamaños,
Buitres evanescentes
Que se evaporaran en medio del debate.

Arriba, en el estrado,
Hay un escudo real,
Una espada, una cruz,
Una bandera en rojo y amarillo,
Que representa al sol,
La sangre y sus misterios,
Pero que no nos habla de la esencia del hombre,
Que es lo importa en estos tiempos reales;
Cuando decir nación, o autonomía,
Tiene más importancia que denunciar la muerte
De cien mil iraquíes que han sido masacrados
Por los mercenarios del pentágonos.

La bancada derecha no quiere ni enterarse
De lo que están diciendo los demás.
Ella se oye a si misma y eso basta.
Tiene al vaticano de su parte;
A las grandes empresas,
A los diarios retrógradas,
Y a los defensores de la constitución;
A esos, que en su día, se negaron,
Poner con letras claras
Los derechos del pueblo.
Ese pueblo,
Al que hoy dicen pertenecer y defender,
Como es natural, a su manera.
Y el pueblo, alborotado,
Sumido en el miedo y la ignorancia,
Aplaude entusiasmado,
Una enmienda de mínimos,
Que algún día, si dios quiere, irá a las Cortes.
Y de las Cortes, de nuevo a la bancada,
Para que todos firmen y Confirmen,
El texto general del Statut.
Ese dragón que asusta a nativos y extraños,
Según las tesis de los opositores.
Nadie debe permanecer al margen,
A fuera, ni en el centro;
Hay que estar a la izquierda;
A la derecha,
O desaparecer del hemiciclo.
Hay que escuchar al dogo,
O al señor presidente,
Por algo ellos son los que gobiernan:
Los que mandan y ordenan,
Y los demás, son anacoretas,
Que lanzan voces,
Para que los elegidos los corrijan.

¿Cómo es posible hablar de democracia,
De libertad, concilio, orden y tolerancia,
Cuando de un lado y otro de la bancada,
Todos rebuznan, vociferan,
Defendiendo una tesis que no existe?

A esa conjunción de estruendos y ladridos,
¿Es a lo que llaman parlamento?
Porque ahí nadie parla ni platica,
Y lo peor de todo, nadie escucha…
Ya sé que no es posible,
Porque yo soy el pueblo.
Pero me gustaría sentarme en la bancada,
En la última fila,
Naturalmente,
En la fila del centro,
Donde todavía, se nota un poco de paciencia,
Y las ideas fluyen con deseos de cumplir,
El sagrado mandato
Que les ha otorgado el pueblo soberano.
Texto de Ogsmande Lescayllers.

martes, 10 de marzo de 2009

El texto forma parte del libro, "La silueta de Ícaro", de Ogsmande Lescayllers.


CON VERSOS DE GALERAS.

Despojado de todo
Un día me arrestaron por sospechas.
Querían que confesara
Mis vínculos internos con la CIA.
Mis relaciones con los disidentes del exilio.
Mis críticas al gobierno y al comandante en jefe.
Lo único cierto era,
Que yo escribía poemas
Ubicado en un mundo imaginario,
Donde el reino del hombre
Era distinto al que ellos me ofrecían.
Lo cierto era,
Que yo no conocía a nadie del exilio ni en la CIA.
Ellos tenían las preguntas y las respuestas
Que yo no podía darles;
Ellos sabían de mí, más que yo mismo.

De esa forma hicieron mi historial:
Una lista de nombres infinita
Donde estaban marcados,
Todos y cada uno de mis pasos:
Lugares, a los que nunca había llegado,
Gente que jamás había visto,
Conversaciones que sólo ellos conocían.
De ese modo tejieron mi historial,
Eso fue suficiente para echarme a la cárcel,
Y condenarme a muerte
Por alta traición a los poderes.

Pensaba en sueño,
O a veces con los ojos bien abiertos:
Así no se construye una nación.
Así no puede un pueblo levantarse
En el reino de dios sobre la tierra.

Los hierros de las cárceles
Y los calabozos de castigos
Eran tan duros,
Que desfallecía por segundo;
Y cuando volvía en mí,
Le gritaba con rabia mis dolores,
Con versos de galeras,
Que dejaba colgados
En las orejas de los carceleros.

Un día imaginaron que a pesar de mi muerte
Yo seguiría cantando,
Entonces me metieron bajo tierra,
En una celda húmeda y oscura,
Donde ni dios ni yo oíamos los lamentos.

Allí, aprendía a contar mis dedos
Y las articulaciones que tenían.
Memorizaba los cantos de mi muerte
Para devolvérselos a la vida.
Tejía y destejía mis razones
Envuelto en la humedad,
Hecho una sombra.

Un día creí soñar y no era un sueño:
Vi una luz que bajaba por la escalera
Y una voz que venía de ultratumba;
Ese día desperté en un hospital
Con los pies y las manos bien atados,
No sé por qué,
Por que apenas me podía mover.
Tenía puesto dos sueros y una transfusión,
Que intentaban quizás, devolverme la vida;
A mi me daba igual,
Ya no era lo que era ni quien era,
No quería imaginar, que la libertad
Costara tanto,
Y mucho menos,
Que mis versos fueran
Los causantes de aquellas tropelías,
De las que me acusaban
De ser, sin ser lo que no era.

Aquella muerte súbita,
Que luego se hizo vida,
Me echó por la escalera del exilio
A un país extraño,
En el que encontré amores y dolores,
La comprensión y el desatino de la gente.
Aquella muerte súbita
Me regaló otras muertes
Que llenaron mi piel de escalofríos
Y aprendí la desidia de los hombres.

En soledad,
Ausencias,
Desafíos,
Aprendí a caminar y a liberarme.
En silencio tejí todas mis cuentas,
Idee nuevos soles en mi pecho;
Otros versos nacieron en mi sangre
Y construí la luz,
Desde las sombras,
Que me tendían mis persecutores,
En ella vivo,
Dichoso de ser hombre
Riéndole al mundo,
Mis signos de esperanza.




Texto: Ogsmande Lescayllers.


lunes, 9 de marzo de 2009

Mi perro tibetano, Pocholo. Texto del libro "La silueta de Ícaro" Ogsmande Lescayllers.

Pocholo o Wanchy, mi perro tibetano.
COMO MI PERRO.
Ayer,
A las tres de la mañana
Mi perro olfateo el aire y comenzó a ladrar.
Yo me asomé por todos los rincones
Pero no encontré a nadie,
Salvo a mi mismo,
Que buscaba al sujeto al que ladró mi perro.

A las cuatro y cincuenta se repitió la escena.
Entonces me di cuenta que mi perro dormía
Y que ladraba en sueños,
No sé por qué ni a quién.
A veces, yo también hago lo mismo,
Desde luego, no ladro.
Texto: Ogsmande Lescayllers.

martes, 3 de marzo de 2009

Tres fotos alegóricas: Monte Kassium Dasmasco, Sala de una casa de Damasco y atardecer en Palmyra, Siria. Poema Testamento de Ogsmande Lescayllers.






TESTAMENTO.
Homenaje a mi madre.

Llueve tierra en mi alma marismada,
Sube a la superficie fea y llorosa;
Se encala en la pared como una sombra
Y nadie más,
Y nadie más,
Nadie más penetra en mi dolor;
Se hace dolor en mí,
Ni se convierte
En esta celda de agua,
Hasta hacer de mi paz un esqueleto.

Quise llorar;
No pude,
Porque desde mi orilla, el espanto era otro.
Quise y no pudo ser,
Porque ya era bastante
Llevar más de una década llorando.

Me descuelgo de hinojo por las puertas.
Atravieso de un golpe las paredes,
Mi rada manto azul
Donde los sueños,
Se invierten al dormirse en la distancia.

Todas las noches sueño con mi madre.
Todos los días, sueño con mi madre.
A todas horas, sueño con mi madre
Y comienzo a sudar
De tanto amarla,
En el perjurio oscuro de mis sueños.

Ahora ya no sueño
Me enrabieto;
Me culpo de las huellas que he dejado,
Entre el dolor
Y el silo de la muerte,
Como un papel bordado en la otra esquina.

Mi madre desde mí,
A las estrellas.
Mi madre bruma y sol,
Pero en el fondo,
Somos dos horizontes:
Uno de más allá;
Y el otro en fuga.

Y ya
Sin entender,
Dios no nos sirve.

Y ya
De vueltas,
Para qué quiero yo,
Saldar mis deudas
Cuando he visto caer la luz del cielo.
Cuando me he visto rodeado por los lampos,
Mientras rogaba en nombre de las cosas.

Para qué quiero yo
Ceremoniales.
Si mis huesos quedaron astillados
Antes de abrir las puertas del comienzo,
Echado de rodillas como un santo.

Dios,
La paz;
Mi gobierno,
Humos del ser,
Oscuro y misterioso,
Enrumbado en la tierra,
Como si yo también
Hubiera caminado por las aguas.

Me lo dijiste un día,
Pero no comprendí aquellas palabras.
Quizás, sea este ese dolor,
Que agora se me cuece con las culpas.

Cuánto me gustaría caminar,
Marchar en línea recta hacia las nubes;
Hacer de estos cardúmenes de sueños,
Un horizonte detrás de otro horizonte.

A veces,
Intento levantarme
Pero veo repetirse mi caída:
Hecho cal,
Hecho tierra,
Brizna y agua,
Para calmar mi sed,
Para no ahogarme,
En medio de de esta mar
Dubitativa.

Infiero,
Madre,
Ahora que te busco
Y no te encuentro,
Sobre la superficie de la tierra,
Que tu dolor y el mío son los mismos,
A dos pasos del sol
Cada mañana.

Infiero;
Es decir,
Busco conciencia,
De este ser que no soy,
Cuando me faltas,
Que estoy solo
En este mar de sombras,
Sobre y bajo cartones
En estas noches frías,
De luz y auxilio,
Huérfano de mi ser,
Cuando pretendo,
Tenerte en mí,
Sabiendo que estoy solo.

Ayúdame a vivir;
Te lo suplico,
Por toda mis caídas,
Y mis ausencias,
Por los imperios
Agónicos del aire,
Cuando nadie me sabe
Y te descubro,
Moviendo los solsticios y los vientos.

Cómo encontrar la paz de estos afluentes,
Si a cada paso siento que me escoro
Y el zumbido del eco me lastima,
Y me hago un cordel;
Maldita culpa,
De ser y no saber,
Que soy quien pienso,
Bajo esta trampa mortal
Que infunde vida,
Y al barruntarse el tiempo
Se hace muerte.

No,
No.
Todo lo que comienza tiene un fin;
Un día marcado
Que nunca descubrimos,
Hasta el día que nos llega
La fuga al más allá,
O al más adentro,
O quizás, más afuera de nosotros,
En un portal de brumas,
Donde la inexistencia
Es quien gobierna.

Ogsmande Lescayllers.