martes, 3 de marzo de 2009

Tres fotos alegóricas: Monte Kassium Dasmasco, Sala de una casa de Damasco y atardecer en Palmyra, Siria. Poema Testamento de Ogsmande Lescayllers.






TESTAMENTO.
Homenaje a mi madre.

Llueve tierra en mi alma marismada,
Sube a la superficie fea y llorosa;
Se encala en la pared como una sombra
Y nadie más,
Y nadie más,
Nadie más penetra en mi dolor;
Se hace dolor en mí,
Ni se convierte
En esta celda de agua,
Hasta hacer de mi paz un esqueleto.

Quise llorar;
No pude,
Porque desde mi orilla, el espanto era otro.
Quise y no pudo ser,
Porque ya era bastante
Llevar más de una década llorando.

Me descuelgo de hinojo por las puertas.
Atravieso de un golpe las paredes,
Mi rada manto azul
Donde los sueños,
Se invierten al dormirse en la distancia.

Todas las noches sueño con mi madre.
Todos los días, sueño con mi madre.
A todas horas, sueño con mi madre
Y comienzo a sudar
De tanto amarla,
En el perjurio oscuro de mis sueños.

Ahora ya no sueño
Me enrabieto;
Me culpo de las huellas que he dejado,
Entre el dolor
Y el silo de la muerte,
Como un papel bordado en la otra esquina.

Mi madre desde mí,
A las estrellas.
Mi madre bruma y sol,
Pero en el fondo,
Somos dos horizontes:
Uno de más allá;
Y el otro en fuga.

Y ya
Sin entender,
Dios no nos sirve.

Y ya
De vueltas,
Para qué quiero yo,
Saldar mis deudas
Cuando he visto caer la luz del cielo.
Cuando me he visto rodeado por los lampos,
Mientras rogaba en nombre de las cosas.

Para qué quiero yo
Ceremoniales.
Si mis huesos quedaron astillados
Antes de abrir las puertas del comienzo,
Echado de rodillas como un santo.

Dios,
La paz;
Mi gobierno,
Humos del ser,
Oscuro y misterioso,
Enrumbado en la tierra,
Como si yo también
Hubiera caminado por las aguas.

Me lo dijiste un día,
Pero no comprendí aquellas palabras.
Quizás, sea este ese dolor,
Que agora se me cuece con las culpas.

Cuánto me gustaría caminar,
Marchar en línea recta hacia las nubes;
Hacer de estos cardúmenes de sueños,
Un horizonte detrás de otro horizonte.

A veces,
Intento levantarme
Pero veo repetirse mi caída:
Hecho cal,
Hecho tierra,
Brizna y agua,
Para calmar mi sed,
Para no ahogarme,
En medio de de esta mar
Dubitativa.

Infiero,
Madre,
Ahora que te busco
Y no te encuentro,
Sobre la superficie de la tierra,
Que tu dolor y el mío son los mismos,
A dos pasos del sol
Cada mañana.

Infiero;
Es decir,
Busco conciencia,
De este ser que no soy,
Cuando me faltas,
Que estoy solo
En este mar de sombras,
Sobre y bajo cartones
En estas noches frías,
De luz y auxilio,
Huérfano de mi ser,
Cuando pretendo,
Tenerte en mí,
Sabiendo que estoy solo.

Ayúdame a vivir;
Te lo suplico,
Por toda mis caídas,
Y mis ausencias,
Por los imperios
Agónicos del aire,
Cuando nadie me sabe
Y te descubro,
Moviendo los solsticios y los vientos.

Cómo encontrar la paz de estos afluentes,
Si a cada paso siento que me escoro
Y el zumbido del eco me lastima,
Y me hago un cordel;
Maldita culpa,
De ser y no saber,
Que soy quien pienso,
Bajo esta trampa mortal
Que infunde vida,
Y al barruntarse el tiempo
Se hace muerte.

No,
No.
Todo lo que comienza tiene un fin;
Un día marcado
Que nunca descubrimos,
Hasta el día que nos llega
La fuga al más allá,
O al más adentro,
O quizás, más afuera de nosotros,
En un portal de brumas,
Donde la inexistencia
Es quien gobierna.

Ogsmande Lescayllers.






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