COMENTARIO
"El otro lado de la nada" -Puedo- si yo intentara comprender a Cristian Lomba con esa candidez y a la vez infinita grandeza de pensamiento que lo acerca al mejor de los filósofos, quizás sería una pedantería de mi parte. Él es un fiel reflejo del carácter y a mi juicio, del pensamiento del autor de esta novela poética o esta poesía novelada que a ratos desnuda, desgarra o estremece.
Cristian Lomba, representa al tiempo contabilizado en años y siglos de sabiduría, sin embargo creo que el autor es más Licinio Alterje, que sabe que el conocimiento es un jardín que hay que cultivar y abonar para enriquecerse.
A medida que descubrimos los distintos personajes, observamos cómo el autor va hilando magistralmente cosas de la historia y de la ficción, como es el episodio de " El espejo de paciencia" a la vez que recurre a vivencias personales enriquecedoras. ¡Puedo! no cabe duda que en sus pasajes la novela nos va adentrando en un mundo recurrente; pero tan sutil, que lejos de molestar despierta la curiosidad por saber qué viene después.
Sinceramente, creo que el autor ha hecho un regalo a los sentidos, al buen gusto. El autor, dueño del don de la palabra, actúa como el lobo que desde su atalaya controla el horizonte hasta donde le llega el pensamiento.
Lomba, con su sabiduría acumulada durante siglos, denuncia nuestras imperfecciones y, por qué no, también nos zurra con nuestros efectos transformados en, a veces, inconcientes pecados capitales, a la vez que nos hace reflexionar hasta avergonzarnos de nosotros mismos. Entonces nos preguntamos ¿qué somos, quiénes somos, dónde vamos y de dónde venimos?
El autor demuestra una sorprendente madurez espiritual y narrativa.
Para mí que le conozco sólo me resta darle las gracias por regalarme el privilegio de creerme su alumno y, además, un buen alumno ¿puedo?
Cristian Lomba, representa al tiempo contabilizado en años y siglos de sabiduría, sin embargo creo que el autor es más Licinio Alterje, que sabe que el conocimiento es un jardín que hay que cultivar y abonar para enriquecerse.
A medida que descubrimos los distintos personajes, observamos cómo el autor va hilando magistralmente cosas de la historia y de la ficción, como es el episodio de " El espejo de paciencia" a la vez que recurre a vivencias personales enriquecedoras. ¡Puedo! no cabe duda que en sus pasajes la novela nos va adentrando en un mundo recurrente; pero tan sutil, que lejos de molestar despierta la curiosidad por saber qué viene después.
Sinceramente, creo que el autor ha hecho un regalo a los sentidos, al buen gusto. El autor, dueño del don de la palabra, actúa como el lobo que desde su atalaya controla el horizonte hasta donde le llega el pensamiento.
Lomba, con su sabiduría acumulada durante siglos, denuncia nuestras imperfecciones y, por qué no, también nos zurra con nuestros efectos transformados en, a veces, inconcientes pecados capitales, a la vez que nos hace reflexionar hasta avergonzarnos de nosotros mismos. Entonces nos preguntamos ¿qué somos, quiénes somos, dónde vamos y de dónde venimos?
El autor demuestra una sorprendente madurez espiritual y narrativa.
Para mí que le conozco sólo me resta darle las gracias por regalarme el privilegio de creerme su alumno y, además, un buen alumno ¿puedo?
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