lunes, 4 de mayo de 2009

Poema de Ogsmande Lescayllers.




GOLFO DE LUZ Y ARENAS.

Para mi amigo, Abdullah Ibrahem.


Sentado frente al mar, miraba el cielo
Donde se dibujaban las estrellas.
Iba yo caminando por la enorme cornisa de Qatar,
Fundido en el silencio de la noche,
Como si el ramadán me hiciera compañía.
Busqué, busqué entre el palmeral y las arenas
Los versos del Corán y las mezquitas,
El sabor de los suras que me traía la brisa,
O el labio incidental de una mujer de sombras.


Pero la soledad, en aquellos instantes, era mi compañera.
Y, entonces, me hice su compañero para entrar al desierto,
Y remover de paso las arenas, saltando entre las dunas
De mis sueños, y los fantasmas del viento del desierto.


En tanta soledad nadie está solo.
Porque peregrinar en lo infinito,
Bajo un cielo que a pasos, besas con la mirada,
Y sospechas que puedes tocar en un instante.
Y hasta piensas, que te puedes encontrar con el Arcángel,
Con Dios, y los embriagos del destino.


En este mar sin aguas, se te sube la sed a la garganta.
Sueñas la vida, bajo el calidoscopio de tus ansias,
Y colocas el mundo en tus rodillas,
Hasta ver como crecen las espigas,
En un oasis de luces y de sombras.


De allí me traje, envuelto en algodones,
El silbo de la brisa y la palabra.
La extraña inmensidad de los silencios,
Que se tragas las voces y los ecos.


De allí me traje el verbo impronunciado.
El rito de la luz, la epifanía del mar y las estrellas,
Y un pedazo de cielo en la mirada.
Nada es allí, donde todo se acaba.
Todo es allí, donde comienza todo.
Pero las iniciales son jardines
Donde despierta el mundo
Y empieza a florecer la humanidad,
En forma de camellos, dromedarios;
Horizontes y soles mancornados
Sobre una misma hebra del camino.


En Doha, como en todas las partes de este mundo,
El amanecer no tiene nombre.
Le llaman despertar,
Aunque sigas durmiendo todo el día;
Rumiando tu silencio compañero,
Preñado de canciones y perfumes,
Que te traen las arenas del desierto.

No hay comentarios: