lunes, 4 de enero de 2010

Poema La Parábola, de Ogsmande Lescayllers.
























LA PARÁBOLA.
Omnes una manet nox.
HORACIO.
I
Desatasco el tiempo y sus plomadas
en hondos pormenores derretidos
en la huella que el tiempo pone al fuego;
en la hendidura donde anidan cuervos,
para volver después, como volando,
a las profundas retinas del naciente.
Así es la ley, y nadie la detiene.
II
Ceñida al sol la cúpula se abre.
Retorna al paso ciego de la vida,
donde se erigen torres de cristales
que surgen de la tierra como hongos:
y sin embargo, sus huellas representan
la subida del hombre a los altares,
hasta que el tiempo equilibre la balanza.
III
Por dentro el fuego, y detrás las sombras.
Una colonia de ángeles clonados
enfilan en oleadas sucesivas,
del eco a la expresión y, como siempre,
cuando empieza a dolernos la existencia,
ya es tarde para todos; todo acaba,
como un gran cataclismo programado.
IV
La ingesta vida se instala en el entorno
como la ausencia que apenas se nomina
al no tener espacio ni argumento,
para entrar en la escala sucesoria
y ahí se queda, sentada en el vacío,
lívida, como una luz de invierno,
que anida en las escamas de los vientos.
V
Todo lo imaginado se hace real.
Toda intuición aumenta su tamaño
cuando entra al festín de las ideas,
para hacerse animal de carne y huesos,
en esta estancia de signos numerarios
donde pierden alturas los conceptos,
la sal se vuelve espuma, sombra y agua.
VI
Manías del ser, insípidas palabras,
que engordan el sentido y la apariencia
de las bestias, los hombres y los dioses.
Del delirio feroz que entrampa el aire,
en la deriva que envuelve los espectros
que te llevan a ciegas por el mundo,
bogando sobre un mar de arena y piedras.
VII
Difícil es entrar, si la espada es el cuerpo del delito.
En una misma trampa dos cabestros,
indemne frente al sol, suben al cielo
y mueven las estrellas y los astros
y las constelaciones se emancipan,
en un cielo sin fondo; donde todo parece que palpita,
mas, nadie sabe, que ocurre al otro lado de la fronda.
VIII
Caín delira y nadie se lamenta.
¡Pobre Caín, pastor abandonado!
Porque su sed lo hizo ser culpable,
en tanto Abel, que caminaba en puntas;
quedó sin culpas, cumplido e inocente.
Mientras tú, por no saber guardarte,
arrastras las cadenas del martirio.
IX
De tarde en tarde, debían todos los hombres,
mirarse los instintos y apagarse,
para incubar, fulgores de ternura,
selvas de amores, nidos de paciencia;
para poner allí, donde el dolor se agolpa,
la luz fundacional del pensamiento,
sin que nada se quiebre en nuestras almas.
X
Pero el camino en tanto se te rompe,
deja de ser camino y se hace abismo.
De puerta adentro, las cosas van a oscuras
y cuando avanzas en pos de las tinieblas,
oyes ladrar los perros y, la confianza,
se quiebra como un plato acristalado,
que ya cumplió su hora en las hornillas.
XI
El mundo, tan hermoso y nos espanta.
La vida, tan doblemente bella,
nos dura un soplo y jamás la entendemos.
La dicha, tan así, se nos escapa,
y nunca la sostienes en tus brazos.
Sin embargo, estas cosas nos persiguen,
desde el nacimiento hasta la muerte.
XII
Sé que el aire desfila detrás de mi sombrero.
Que mi sombra me sigue a todos lados.
Que mi nombre es parte de mi esencia.
que yo no sé quien soy, pero que existo;
en tanto, vivo, pienso, siento y sueño,
como todos los seres, de este mundo,
que un día partiremos a otra estancia.
XIII
El fin de todo, siempre es el comienzo,
de otro instante que inicia su carrera,
sin percatarse, que comenzó muriendo,
bajo los arcos y las emanaciones,
en la indefinición de lo finito,
que al reflectarse vuelve y se hace otro,
en las aguas del mar de la existencia.
XIV
Y después del final, nos desterramos:
mudos, ciegos, vacíos, inconfesos,
hasta cruzar como las telarañas,
de una rama a otra sin mostrarnos,
a los ojos del hombres, ni a las luces,
sino a la oscuridad, donde se duermen,
el olvido, la muerte y el silencio.
XV
Fuga frontal, ofrece la parábola,
cuando los fundamentos se fermentan,
como si la fisura que los une,
se fugara de todo lo esperado,
en ese día impar, cuando te quedas,
convertido en panal, en las palabras,
que se hacen parábolas de vientos.
























1 comentario:

Elena dijo...

Se te saluda maestro.
Feliz año.
"El fin de todo, siempre es el comienzo de otro instante"