LA LIBERTAD DE
EXPRESIÓN Y LA DESINFORMACIÓN COMO CABELLO DE TROYA.
Por Ogsmande
Lescayllers.
La libertad de
expresión no es más que una quimera. Los mismos que debieran defenderla son los
que la violan constantemente. Lo mismo ocurre con los derechos humanos, la
democracia, la justicia, la constitución y todo documento o acto social que
vaya en beneficio de las masas o de la ciudadanía en general. Los poderes, que
debieran ser los garantes del derecho y protectores de la ley, la equidad y el
respeto, son ellos y no otros, los primeros que se saltan la norma y echan en
sacos rotos todas las garantías creadas y hecha para el bien común.
Hasta tanto una
información no sea bien contrastada no debiera hacerse pública. Mientras un
hecho no sea confirmado verazmente, no debiera publicarse. Pero la prensa actual
y los medios de información prefieren el beneficio de la duda a la autenticidad
de las cosas. En muchos casos; el objetivo de las transnacionales de la
información no es informar, sino desinformar, pues, mientras el bulto rueda,
ellos siguen sacando beneficios.
Desinformar es mentir.
Mentir es un delito de lesa humanidad, pero en el mundo globalizado se ha
convertido en gozo y marca de los poderes.
Nadie quiere un
mentiroso en casa, en el trabajo, ni siquiera de vecino o amigo, pero la
práctica de la mentira por lo visto se ha institucionalizado en los estamentos
del poder para protegerse de sus malas acciones. Los medios de comunicación
manejados y manipulados por el poder se prestan para servir a tan grotesco y
criminal acto.
La ética ha sido
desplazada por la impunidad y la falta de decoro de los poderes.
En un mundo
globalizado por las finanzas, donde el poder ha suplido a la autoridad y la
autoridad se ha convertido en un vicio para necios, no tiene cabida la
justicia, el honor, ni la moral.
Vivimos en mundo de
inmorales a nivel global. Los peores en esta trama macabra son los políticos o
los que ejercen el poder político, que llevan en sus grupas, enhorquetados como
salamandras, a todos los demás agentes que forman o que debieran formar el
tejido social. La prensa o los medios de comunicación les siguen el juego a
cambio de beneficios y prebendas que les garanticen su estado de supervivencia.
La prensa ataca,
constantemente ataca a los más débiles, ha tomado el camino de la “justicia”.
Los poderosos han creado su prensa y sus “marcos legales”, para de este modo
actuar impunemente. Ven el mal allí donde no está o donde pudiera estar.
Tenemos el caso de las armas nucleares, los países que tienen sus arsenales
repletos, listos para usarlos contra los demás, no quieren ni oír hablar de que
otros pretenden seguir sus mismos derroteros, inmediatamente se ponen en pie de
guerra y meten el grito al cielo.
La prensa debía ser,
en estos tiempos de crisis económica y de valores, un instrumento de defensa de
los derechos del hombre y no una vedete de pacotilla que se vende al mejor
postor, pero para ello debía tener independencia absoluta, alejada de las
prebendas y el clientelismo político y empresarial.
Se critica cierta
prensa totalitaria porque no se ajusta a la verdad, pero no existe ninguna
diferencia entre mentir y difamar para servir a un grupo determinado a cuando
se hace para ocultar o proteger los desmanes de un gobierno.
La dignidad sólo debe
tener el perfil de la dignidad. Mentir, sólo en brumas, para que los payasos no
pierdan sus puestos de trabajo. Troya jamás hubiera dejado de serlo con, o sin el caballo; la argucia vale, pero el engaño no nos educa ni garantiza las buenas
convivencias.
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